Martín Migoya: “No podemos imaginar hoy los trabajos que van a existir en una década”

Hace 14 años creó con tres amigos una start up que diseñaba sitios web. Hoy, Globant es una de las empresas más innovadoras de la región, cotiza en la bolsa de Nueva York y vale más de 1000 millones de dólares. “Nosotros cuatro separados no habríamos hecho nada”, afirma

Cuando hace 14 años cuatro amigos decidieron convertirse en socios para dedicarse al negocio del software y los servicios informáticos, se fijaron una premisa, una sola: vender en el exterior, sobre todo en Europa y los Estados Unidos. La crisis de 2001 había empujado a este grupo de ingenieros -provenientes de familias de clase media de La Plata y Mar del Plata- a dar el salto. Se animaron y pergeñaron Globant, una de las empresas más innovadoras del ecosistema emprendedor argentino, un gigante que hoy cotiza en el New York Stock Exchange (NYSE), que tiene un valor de mercado de US$ 1300 millones, y que junto con Mercado Libre, Despegar y OLX, es uno de los cuatro Unicornios de Internet de la Argentina, las empresas de base tecnológica que valen más de US$ 1000 millones y que son puestas como ejemplo de empuje y calidad por el presidente Mauricio Macri.

Martín Migoya es el CEO de la empresa y uno de los cuatro fantásticos de Globant, una empresa que hoy hace mucho más que software, sitios web o apps, una empresa que se embarca en travesías digitales, como ellos definen a su trabajo, junto a sus clientes.

Migoya ensaya sonrisas, miradas y gestos para la producción fotográfica. “Con esta mano ya no sé qué hacer”, se ríe, y juega durante las tomas mientras se prepara para conversar en un sillón bordó de terciopelo en un living de su empresa, en el piso 9 de un edificio de la zona de Retiro. La amplia esquina vidriada devuelve una imagen contrastante: de un lado el hervidero del centro porteño; del otro, Puerto Madero y el Río de la Plata.

Ahí, a pocos metros, van y vienen sus socios -Guibert Englebienne, Martín Umaran y Néstor Nocetti- y buena parte del equipo gerencial de Globant. Trabajan en varias islas que agrupan escritorios bastante sencillos. No hay estridencias, ni oficinas cerradas, aunque sí un Google style decorativo y conceptual que se destaca: un pelotero, coloridas salitas de reunión con gráficos en las paredes y hamacas paraguayas en una zona de poca luz que muchos usan para descansar. Los globers -como se llaman entre sí los empleados de la compañía- sonríen disfrazados desde fotos gigantes con las que están ploteadas las puertas de los ascensores. En el comedor, dos ingenieros juegan a la PlayStation y otros tres compañeros disfrutan un café y hablan del after office de la noche anterior.

¿Cómo convirtieron una pequeña start up que hacía websites en una multinacional de trasformación digital? ¿Cómo es que los cuatro fundadores siguen conformando un grupo de amigos que se van de vacaciones juntos? ¿Cómo logra el tan anhelado equilibrio entre la vida profesional y la personal? De todo ello, de su pasión por la música y del futuro de la Argentina habla Migoya con La Nación revista.

“Globant está en un momento de plena expansión, en un mercado complejo que tiene una demanda sostenida. Cada compañía del planeta necesita transformarse digitalmente para poder afrontar los desafíos que vienen. Nosotros los acompañamos en ese viaje o costumer journey, para que sean atractivas e innovadoras para millones de consumidores”, asegura el CEO.

¿Qué buscan las empresas en ese contexto de trasformación digital tan desafiante e incierto?

Los consumidores quieren cosas -productos, servicios, soluciones- que sean relevantes para el momento que están viviendo. Buscan belleza y simplicidad de uso. Eso es lo que la gente espera de sus marcas y productos predilectos. Sin dudas, esas empresas no siempre están en condiciones de dárselos. Esa es nuestra capacidad: crear esas experiencias a las que nosotros llamamos omni-relevantes. Relevantes a la situación, al entorno, a la plataforma. Relevantes a todo.

¿Cómo se trabaja sobre esa necesidad, con qué equipos?

La creación de software siempre estuvo entendida como un proceso de ingenieros. Yo soy ingeniero, pero estas experiencias son más abarcativas. Creemos que un balance muy delicado entre informáticos, diseñadores, antropólogos y otras muchas especialidades. Personas que entienden lo que quieren los usuarios y son capaces de pensar lateralmente. Hoy, consumer technology, que es lo que esencialmente hacemos, tiene mucho más que ver con un proceso de prueba y error. El consumidor elige qué quiere y qué no quiere, y a partir de ahí se evoluciona hacia el próximo escenario. Todo Globant está armado alrededor de ese concepto. Muy temprano en nuestra historia logramos penetrar y entender a fondo cómo compañías exitosas en Silicon Valley creaban software. Por eso somos diferentes.

¿Cómo se hace para construir y sostener una cultura corporativa en una industria con tanta rotación?

La gente llega a esta empresa en busca de transformar sus carreras, y muchos lo logran porque son expuestos a los mejores clientes y los mejores proyectos. Entonces, es lógico que en algún momento decidan que su carrera puede pasar por otro lado. La construcción de la cultura corporativa no tiene que ver con que la gente se quede mucho tiempo. Hay que entender esa rotación como una herramienta de continuo aprendizaje y de generación de oportunidades. Después están los valores de la compañía, lo que sostiene a nuestra cultura corporativa. Reglas para imitar muy simples: actuamos éticamente, pensamos en grande, vamos al mundo e innovamos continuamente. Apuntamos a la excelencia. Queremos ser los mejores del mundo haciendo lo que hacemos. Cuando las reglas son simples la cultura se esparce.

¿Qué cosas de su vida personal sacrifica o relega un CEO?

Yo no hablaría como CEO, sí como emprendedor. Emprender es una forma de vida, no es algo que uno hace circunstancialmente. Es algo que, en mi caso, va a pasar siempre mientras me lo permita la cabeza. Uno se entrega a esta pasión, pero la familia es muy importante. La relación con mis hijos y con mi mujer es muy importante. Hay que balancear, cuidar mucho a la familia porque es desde donde uno se para. Somos equipos, no estamos solos: en casa, en la empresa, con los amigos. Hay que nutrirse de todo eso. No creo que haya que sacrificar muchas cosas, es un estilo de vida que uno elige con un montón de presiones, pero otros trabajos tienen otras cosas, más o menos exigentes. Una vez que entrás en el ritmo es como jugar a la pelota.

Globant nació en 2003 y hoy es un gigante con más de 5600 empleados. Tiene presencia en 12 países, con operaciones en 27 ciudades y 37 centros de desarrollo. En 2006 se convirtió en la primera empresa de tecnología que eligió Google para tercerizar servicios y ese hito fue un verdadero trampolín, un sello de calidad que derivó en una catarata de contratos con empresas firts class como Disney, Coca-Cola, FIFA, LinkedIn y NatGeo, entre muchas otras. Además, dio un paso que muy pocas empresas tecnológicas de la región llegan a dar -la Argentina tenía como único exponente a Mercado Libre-: desde hace tres años cotiza en el NYSE, el mercado de capitales bursátiles de Nueva York, bajo la sigla GLOB.

A lo largo de los años, Globant compró más de 10 compañías en todo el mundo. Dos de las últimas adquisiciones fueron la india Claris, en 2015, y Ratio, una empresa de Estados Unidos especializada en streaming, que incorporó este año.

A pesar de su tamaño, de cotizar en bolsa y de un profundo proceso de profesionalización e internacionalización que lleva adelante casi desde su nacimiento, en el fondo Globant sigue siendo una empresa de cuatro amigos. ¿O no?

El de los amigos que crecen como socios sin peleas ni rupturas no es un modelo exitoso muy habitual, y menos si son cuatro. Es central para la cultura de la empresa que sigamos los cuatro luego de tantos años. Encarna el be a team player, uno de nuestros valores: tenés que ser un jugador en equipo. Lo hacemos todos los días, no nos cuesta. Cada uno en su rol, con sus cosas. En Globant las decisiones se toman, no nos paralizamos por desacuerdos. Tenemos un trabajo en equipo muy aceitado, nos miramos y sabemos de memoria qué tenemos que hacer. Pasa también con el resto del managment team. No es que los cuatro hacemos todo, Globant está manejada por profesionales que dedican su tiempo y que son tan apasionados como nosotros. Puedo asegurarte algo: nosotros cuatro separados no habríamos hecho nada.

No tendrían cuatro pequeñas Globant.

Claro. Los cuatro estuvimos para esos momentos en los que había que pensar y resolver. Somos lo que somos porque estuvimos los cuatro y porque supimos administrar el equilibrio entre los fundadores y el resto del equipo ejecutivo.

Los fundadores de la compañía suelen irse de viaje juntos, con sus familias. ¿Hablan del trabajo cuando están de vacaciones?

Sí, más o menos… A veces las vacaciones las hacemos separados, pero sí, viajamos juntos. Nos gusta hacerlo. Nos divertimos estando juntos y complementando nuestras personalidades, que son bastante diferentes. Y si sale hablar de trabajo cuando estamos descansando, se habla. Hay una cosa muy importante para entender cómo trabajamos: amamos lo que hacemos. Esa es la premisa básica que cualquier emprendedor tiene que entender. Si vos te vas a meter en un negocio que no querés, por favor no lo hagas, nos perjudicamos todos. Si hacés algo, honralo, respetalo y llevalo adelante como se merece.

Hablemos de tecnología. ¿Qué impacto va a tener para el mundo de los negocios y para la vida la inteligencia artificial?

Estamos viviendo un momento en el que la tecnología, lejos de reemplazar el trabajo humano, lo está mejorando, lo está haciendo más eficiente. Permite tomar decisiones más certeras con una cantidad de información que antes no teníamos. Hubo una fase fundacional de Internet, en la que creó toda la infraestructura, con compañías como IBM y Oracle. Después, la segunda fase, con los Facebooks y los Twitters, lo que te conecta y te hace socializar de una forma más inteligente. Y la tercera parte es la revolución del Internet de las Cosas (IoT): todo va estar conectado a Internet, desde una grúa hasta la turbina de un avión, pasando por un ascensor y el lavarropas de tu casa. Todo conectado con un flujo de información que tiene que ser interpretada por algo y de alguna forma. Esa manera de interpretar tan grandes volúmenes de datos es a través de la inteligencia artificial.

¿Cuándo va a pasar?

Ya empezó. Hoy hay sensores por todos lados. Lo que pasa es que están como desconectados, hay que empezar a unirlos. Internet deja de ser entretenimiento y pasa a ser una herramienta para tomar decisiones.

¿Pensás que la inteligencia artificial va a impactar de manera negativa en el empleo?

Hace 15 años no nos imaginábamos estos trabajos que hacemos ahora. De la misma manera, creo que no nos imaginamos hoy los trabajos que van a existir dentro de 20 años, o dentro de 10. Entonces, no hay que tener miedo. La inteligencia artificial es como un recién nacido al que hay que ir educando. Está lejos de ser Terminator.

Migoya es afable y se entusiasma cuando habla de tecnología e innovación. Asegura que se divierte trabajando y se le nota. Nació en La Plata y allí, en la universidad pública, se recibió de ingeniero electrónico. Trabajó en YPF y en consultoras tecnológicas e hizo un MBA en la Universidad del CEMA. Es miembro del Board de Endeavor -que en la actualidad preside Englebienne, uno de sus socios- y de la Young Presidents Organization. Está casado con Carolina Pinciroli y tiene tres hijos: Facundo, Manuel y Felipe.

¿Cómo te nutrís de tendencias en innovación?

Asisto a charlas y leo, aunque no todo lo que me gustaría. Pero mi principal fuente son mis clientes, hablar con ellos, proponerles ideas, entender qué están haciendo, qué les duele. Es fundamental para saber qué pasa en el mundo. Lo hace todo el equipo porque es lo que hacemos: hablar con los clientes, que son ellos los que conocen a fondo a sus consumidores, para después traducir ese entendimiento en tecnología.

Hablemos de tus productivity hacks. ¿Cómo hacés para aprovechar más tu día?

A la mañana, temprano, corro. En general, tres veces por semana. Tengo como dos momentos especiales que son a la noche, tarde, cuando todos se fueron a dormir, y la mañana, cuando los chicos ya se fueron al colegio. Gran parte de las cosas que hago las pienso ahí. O en la ducha.

¿Cuándo corrés también pensás o tratás de estar más con la mente en blanco?

Cuando corro me concentro en el objetivo que tengo que lograr. Lo que me pasa es que después todas esas endorfinas producen otras cosas copadísimas.

A los 12 años, su madre, profesora de inglés, lo mandó a aprender a tocar el piano. En realidad, él quería tocar para acompañar como correspondía a un amigo suyo que era muy bueno. Fue un viaje de ida: desde ese momento, nunca más se pudo despegar de la música. Tuvo varias bandas en su juventud. Días de pop y rock platense. Días en los que explotaba la música de Virus y la búsqueda y la innovación estaban más presentes que nunca en la escena artística. Pocos años después, cuando la ingeniería era el eje de la vida de Migoya, ex compañeros suyos de banda, como Francisco Bochatón, triunfaron en Peligrosos Gorriones. “Toco y compongo. Es mi cable a tierra. Es un ejercicio mental de creación que hago hace muchísimos años y que me ayuda mucho”, confiesa.

¿Qué instrumentos tocás?

El piano, la guitarra y el bajo. Me gusta el pop, soy de la época de Soda Stereo, y compongo cosas raras, que ya no existen más. Tengo influencia de grupos como Bon Iver, cosas muy cool que están pasando en el mundo, muy raras.

Y cantás. ¿Es verdad que en Spotify hay canciones tuyas bajo un seudónimo?

No…

¿Cuál es el seudónimo?

No, no te lo voy a decir… No tuvieron mucho éxito [risas]. Soy un amante de la música en general, pero ojo que el proceso de creación musical, lejos de lo que muchos piensan, es doloroso, es un parto.

¿Cómo se extrapola la creación artística a la dirección de una compañía de 5600 empleados?

Es un mecanismo de pensamiento. La innovación no es algo que vos decís: Ah, me voy a poner a innovar. Es una cultura, una forma de pensar, una dinámica. El ochenta por ciento de las veces no funciona, pero hay un veinte por ciento que decís: Ah, es esto. La música tiene muchísimo de eso. También está la casualidad y el azar. Brian Eno, que es un músico que yo admiro, juega con el azar como una herramienta creativa. Hace ejercicios de observación en los que ve lo que pasa, lo trata de cambiar y aprovecha todo lo que se encuentra en ese proceso. Después, la empresa tiene como dos fases, una muy creativa y otra en la que hay que ejecutar. Dos cerebros funcionando al mismo tiempo.

“Globant es el ejemplo de que se puede, de que cuando los argentinos nos comprometemos somos capaces de hacer cosas de máximo nivel, de igual a igual con cualquier país del mundo”, dijo Macri una mañana soleada de abril de 2016 cuando visitó las oficinas de la compañía en San Telmo. Macri ama a los unicornios de Internet y los pone cada vez que puede como modelo. La relación de Migoya y Globant con el Gobierno también es muy buena: la búsqueda de previsibilidad y reglas claras es un viejo reclamo del sector más innovador de la economía local.

¿Qué cosas cambiaron para ustedes y la industria tech con la nueva gestión?

Las reglas sobre las cuales operamos son mucho más claras, pero hay muchas cosas sobre las cuales todavía hay que trabajar. La educación es una de las principales, y a Globant y la industria tecnológica nos afecta de lleno porque el principal insumo de todos es el talento. Lo que producimos hoy en materia de educación no es lo que el futuro demanda, y eso es un tema muy serio. Entonces, todas estas discusiones que están pasando sobre los paros docentes deberían moverse a otro lugar, a pensar cómo educamos. Siempre la discusión es el salario, y está bien, pero hay que hablar de cómo les enseñamos a nuestros hijos. Esta es una batalla que tenemos que dar, o estamos afuera. Por otro lado, hay que trabajar mucho más para que la Argentina sea un lugar con reglas claras y previsibles. Hay mucho por avanzar en ese sentido, sobre todo en la industria del software. No aguantamos más las decisiones cortoplacistas. Necesitamos decisiones de largo plazo y sostenidas que hagan que los empresarios pensemos de la manera correcta.

¿Y ves esa impronta ahora?

La veo, definitivamente. Se ha avanzado muchísimo en este sentido, pero hay que seguir trabajando.

1969

Nace en La Plata. Está casado con Carolina y es padre de Facundo, Manuel y Felipe

1981

Empieza a estudiar piano. Actualmente toca guitarra, bajo y compone. La música es su otra pasión

1986

Estudia Ingeniería Electrónica en la Universidad de La Plata. Tiene un MBA en Administración de Empresas

2003

Funda Globant junto con 3 amigos. Hoy, la empresa tiene más de 5600 empleados y es uno de los cuatro “unicornios” argentinos

2008

Ganó el premio Konex en el rubro Empresarios Innovadores

2009

Asume como director de Endeavor Argentina, una organización que promueve la cultura emprendedora

El futuro

“Como no imaginábamos estos trabajos hace 15 años, no imaginamos los que van a existir dentro de 10 o 20 años. No hay que tener miedo a eso, el humano seguirá teniendo un rol por más inteligencia artificial que haya”

 

Fuente: La Nación

 

La conexión móvil como futuro de todo

Las redes 5G de alta velocidad, próximo escenario de la internet de las cosas, junto con la continua transformación de los teléfonos dominaron la atención del Mobile World Congress 2017, que se realizó en Barcelona

Octubre de 2016 fue un momento de quiebre para el consumo de contenidos digitales. Por primera vez, más sitios web fueron cargados desde dispositivos móviles que desde computadoras de escritorio, un hito que marcó un cambio cultural y de uso en la tecnología en general hacia dispositivos móviles que están 24 horas presentes en la vida de los usuarios. En 2010, apenas el 5% de los contenidos eran consumidos desde plataformas móviles. Este año terminará con más de cinco mil millones de usuarios móviles en todo el mundo.

Esto está potenciado por el avance de redes móviles de alta velocidad, la continua transformación de los teléfonos y la aparición de nuevos dispositivos y contenidos. Todo esto se pudo palpar en una nueva edición del Mobile World Congress 2017 (MWC) en Barcelona, el principal encuentro de movilidad del mundo, a donde más de 110.000 personas llegaron los últimos días de febrero.

Como cada año, las marcas aprovecharon para presentar sus últimos modelos de teléfonos, aunque en esta edición el tema más importante giró en torno a las futuras redes, las que conectarán a todos los objetos. Las redes 5G serán las que habilitarán a la llamada internet de las cosas (IOT) y fueron las que dominaron la atención de todo lo que ocurrió durante cuatro días en el predio de la FIRA Europa, un encuentro cada vez mejor organizado tanto en la feria con sus stands, como en las calles con un transporte público.

Para los smartphones, igualmente, no faltaron aplausos. Y, a tono con lo que ocurría alrededor, también ponían el foco en lo que vendrá: la definición de estándares para construir las redes de próxima generación, que conectarán también a los teléfonos, pero para hacer cosas más sofisticadas que simplemente contactar personas. El regreso de Nokia y Blackberry capturaron el interés de los visitantes que demostraron que la nostalgia es un factor de peso. Sus fabricantes volvieron a presentar equipos y ahora sólo resta que lleguen al mercado para saber si se ubicaron a la altura de las demandas actuales de los consumidores.

En paralelo se vieron los primeros vehículos tripulados de manera remota, dispositivos con los que se controlará todo el funcionamiento del hogar -todo-, nuevas aplicaciones de realidad virtual para el comercio móvil, sensores aplicados a vestidos que cambian de color según las emociones de quien lo lleva, etcétera. Cientos de novedades que confluían en un punto en común: 5G. ¿Por qué tanto énfasis? Porque si a esto hay que sumarles los robots, los drones, la inteligencia artificial puesta sobre espejos que hablan -como el de la bruja de Blancanieves-, y el advenimiento masivo de los pagos móviles, las redes tendrán que funcionar con altos niveles de eficiencia. Es como si fueran los instrumentos de una gran orquesta.

Estas nuevas redes comenzarán a desplegarse en 2020. Hoy están poniéndose a prueba diversos estándares para saber cuál funcionará mejor. Los fabricantes de teléfonos y equipamiento crean ambientes y experimentan qué tal va el funcionamiento de uno y otro aparato. Y eso se vio a lo largo de los tres kilómetros de extensión que posee el predio ferial donde se realiza el Congreso Móvil. Mientras los avances se advertían desde los nuevos paradigmas de redes, se notaba también un cierto dejo de nostalgia. Teléfonos, periféricos y accesorios con la última tecnología, pero con diseños retro. Un vintage tecno que combina lo mejor de estos tiempos con las añoranzas de los primeros vínculos con los dispositivos electrónicos.

Fue la razón por la que esta edición del MWC 2017 llevó como slogan “El próximo elemento”. Mientras para algunos el quinto elemento es internet, en la bella ciudad española ese quinto elemento es lo móvil que, inexorablemente, está vinculado a la Red. Como estará dedicada sólo a las cosas, el desarrollo de 5G implicará la construcción de infraestructura que tendrá que funcionar con niveles de eficiencia mucho más altos que los vistos hasta ahora. Es que de estas redes dependerán los avances que se impulsen en materia de ciudades digitales, de autos conectados, de comercio y pagos móviles, de marketing digital, seguridad ciudadana, de disponibilidad de datos de salud, y un sinnúmero de etcéteras, muchos de los cuales aún están por venir.

Los nuevos equipos. Pero los teléfonos se llevan siempre su parte. El mundo es cada vez más móvil, como Barcelona en estos días. Es la computadora que llevamos en la punta de los dedos, así que vale hacer un repaso sobre los equipos que se mostraron en la edición 2017 y que pronto llegarán a la Argentina.

Alcatel, bajo el paraguas de TCL, concentró su energía en propuestas frescas pensando en un público joven. Presentó los modelos U5 y A3. El primero está dotado de 4G y pantalla de 5 pulgadas que llegará a la Argentina a finales de mayo, a unos $3300 liberado. El segundo es aún más importante desde su configuración: cuenta con una cámara frontal de 8 megapíxeles para las selfies y una cámara trasera de 13 megapíxles con flash LED. En el país se comercializará la versión XL del A3, que es de 6 pulgadas, y se espera que cueste cerca de $6000, llegando el segundo semestre de este año. Con cubierta rosada o negra, es liviano al agarre y una opción para los amantes de las pantallas grandes. También habrá una versión un poco más pequeña pensando en los bolsillos de los pantalones de los hombres de un 5,5 pulgadas que rondaría los 5000 pesos, también este año.

“En la Argentina hay un 46% del mercado celular que aún conserva equipos viejos, sin tecnología smart ni conectividad 4G. En ese sentido, hay mucho por hacer, desde el punto de vista del recambio como de la cantidad de servicios que se pueden desarrollar a partir de una mejor conectividad y funcionalidad de los equipos, como pueden ser los pagos móviles. Los argentinos, además, ven el celular como accesorio de estilo, y el proceso de decisión de compra incluye tanto elementos racionales como precio y prestaciones, como factores emocionales”, describe Fernando Verrúa, director general de Alcatel Argentina, Uruguay y Paraguay.

La japonesa Sony presentó el Xperia XZ Premium, dotado de una pantalla de 5,5 pulgadas 4K y HDR, una pantalla con sensor Exmor de 19 megapíxeles de resolución, procesador Qualcomm Snapdragon 835, 4 GB de RAM, batería de 3220 mAh con carga rápida Quick Charge. Se suman un lector de huellas dactilares en el borde lateral, protección Gorila Glass 5, resistencia al agua y al polvo y Android 7.1. Llegará a la Argentina este mes.

La compañía china Huawei, que se afianza como tercer fabricante global, puso todas las fichas en el P10, evolución de los modelos anteriores, con una pantalla de 5,1 pulgadas Full HD, procesador Kirin 960, 4GB de RAM, almacenamiento expandible y una batería de 3200 mAh. Se destaca por un sistema de cámara con dos lentes con tecnología Leica. Por ahora, al país llegará su modelo anterior, el P9, también este mes.

Un teléfono que se presentó en Barcelona y casi en simultáneo llegó a nuestro país es el MotoG5, que sigue la línea de rango medio, aunque con Android 7 y diseño metálico en dos modelos: el Moto G5 Plus posee procesador Snapdragon 624 y 3GB de RAM, mientras que el Moto G5 cuenta con Snapdragon 430 con 2 GB de RAM.

Muchos señalaron al G6 de LG como uno de los mejores teléfonos de esta feria. Tiene pantalla de 5,7 pulgadas y bordes mínimos que dan la sensación de una pantalla más amplia (como el nuevo S8 de Samsung). Con cuerpo de aluminio y vidrio, resistente al agua y al polvo, su procesador es un Snapdragon 842, 4GB de RAM y batería de 3300 mAh. No se sabe cuándo llegará a la Argentina.

Samsung en esta edición no presentó smartphones y esperó unas semanas para mostrar su nuevo modelo S8, en Nueva York, con un despliegue que buscó dejar atrás un año duro, entre las explosiones de su modelo Note7 y escándalos de su plana gerencial. El S8 cumplió con creces con casi todo el frente del equipo, como pantalla sin bordes que permite una sensación de pantalla de mayor tamaño, pero manteniendo sus 5,8 pulgadas. También podrá usarse como computadora de escritorio con DeX, una base que permite utilizar el teléfono conectado a un monitor y estará disponible en junio en nuestro país.

En el MWC, la surcoreana se concentró en las tablets Galaxy Tab S3 y Galaxy Book, ambas con diseño muy atractivo y un agarre y sentido al tacto confortables. También para el trabajo móvil, Alcatel presentó un equipo 2 en 1, el PLUS 12 con Windows 10, que cuenta con un monitor full HD de 12 pulgadas, estética de diseño elegante y metálica y con un peso muy ligero de sólo 990 gramos, con conectividad 4G/Wi-Fi y una cámara frontal de 5MP, parlantes duales y un micrófono digital. El teclado que es removible y 4G LTE, sirve como un punto de acceso a Wi-Fi para hasta 15 dispositivos

Añoranza de viejos tiempos: la china TCL tomó también la licencia de la marca Blackberry y presentó el modelo KeyOne, que recupera el teclado físico equipado con sensores que activan funciones mediante el movimiento de los dedos sobre sus teclas. La pantalla es de 4,5 pulgadas, con protección Gorilla Glass 4 contra golpes y rayones. Dotado de procesador Snapdragon 625 y 3GB de RAM, su batería de carga rápida ofrece 3505 mAh mientras que su cámara posee un sensor Sony IMX378, el mismo de Google Pixel. Este mes se lanza a nivel global y podría llegar a América latina en la segunda mitad del año. ¿Querrán los usuarios volver a las teclitas?

También en onda retro, Samsung presentó la nueva versión de su S Pen, cuyo diseño emula al famoso lápiz de grafito Noris Styler de Staedtler. Sólo que su capacidad le permite detectar hasta 4096 niveles de sensibilidad y escribir y almacenar memos aún cuando la pantalla de las tablets están apagadas. Nokia, por su parte, sorprendió su regreso con el clásico modelo 3310, teléfono básico con pantalla color de 2,4 pulgadas, sistema operativo Series 30+ y funciones limitadas de acceso a internet, como Facebook Messenger, conectividad 2G y el navegador Opera Mini. La cámara es de sólo 2 megapíxeles, pero su batería dura 31 horas en espera y 22 horas de tiempo de llamadas. Es un teléfono que funciona como teléfono más que como cualquier otra cosa.

El futuro del mercado también estará marcado por lo que ocurra con las nuevas generaciones de usuarios. Ellos llevarán el uso de los smartphone a la categoría de primera pantalla. Según un estudio desarrollado por IMS en septiembre de 2016, los millennials y Gen Z, chicos de entre 18 y 34 años de edad, pasan 33 horas por semana conectados a los dispositivos móviles (en contraposición con las 14,4 horas semanales offline). Los argentinos pasamos un promedio de 9,8 horas semanales conectados en smartphones siendo los quintos de la región latinoamericana, con un promedio de 11,1 horas de uso, en donde el tiempo de conexión sólo a través de este tipo de dispositivos ya supera el tiempo frente a la TV.

Los más creativos

Lejos de los teléfonos, televisores y autos conectados, siempre hay lugar en el MWC para dispositivos de menor porte, pero que sorprenden por su utilidad y creatividad. Por ejemplo, el cargador más delgado del mundo, presentado por una startup israelí. Su nombre es Kado Wallet y se puede guardar en la billetera ya que es apenas más ancho que una tarjeta de crédito, cinco veces más delgado que un cargador tradicional. También presentaron uno del ancho de un lápiz para cargar computadoras. La compañía CooperVision, por su parte, desarrolló una nueva línea de contacto que apunta a reducir la fatiga y la sequedad visual que producen los dispositivos digitales. Poseen un polímero que mantiene la humedad ocular. Son ideales para quienes pasan frente a una pantalla digital dos horas o más. Estas lentes se pueden llevar durante todo el día y prometen ser un aliado para que el uso cada vez más extendido de pantallas no afecte la visión.

Quizás el dispositivo más loco de la feria es Moocall. Si un Baby Call ayuda a los padres a estar relajados cuando su bebe duerme, un llamador que haga lo mismo con las vacas aportará su cuota de colaboración en el campo. Moocall es un dispositivo de uso animal que ayuda a controlar el estado del embarazo de las vacas mediante el control de los movimientos de la cola. Cuando el mamífero está a punto de parir sufre contracciones. A través de una malla de sensores de silicona, el Moocall detecta y analiza la frecuencia de esas contracciones y envía el alerta a su dueño o al veterinario a fin de que todos se preparen para el parto.

Fuente: La Nación