CES 2019: televisores modulares y pantallas enormes, la apuesta de Samsung este año

AS VEGAS.- En la antesala de CES 2019 , Samsung reunió a la prensa global para adelantarle sus lanzamientos que se podrán ver este año para la principal feria de tecnología del mundo, que comienza este martes y termina este viernes en la ciudad. Además de anunciar la integración con la oferta de contenidos de Apple (iTunes) en sus Smart TVen más de cien países, los nuevos diseños de televisores de Samsung incorporan la tecnología MicroLED modular, que facilitan la personalización de la TV a los gustos del usuario. Con esta tecnología se presentó una nueva pantalla de 75? y una renovación del modelo The Wall, presentado el año pasado, pero de 219 pulgadas (sí, doscientas diecinueve pulgadas).

La tecnología MicroLED se basa en la combinación de placas con millones de chips LED inorgánicos, de duración ilimitada, que emiten su propia luz sin necesidad de iluminación trasera, lo que permite crear pantallas muy delgadas. De hecho, el modelo es extremadamente fino y tiene marcos prácticamente imperceptibles. Las imágenes producidas por MicroLED tienen una calidad similar a la de OLED, con la diferencia de que OLED usa componentes orgánicos y, por tanto, perecederos.

El concepto que se persigue es que el usuario pueda adaptar su televisor de todas las formas que quiera de acuerdo al momento de uso: elegir el tamaño, la resolución, el ratio de la pantalla (más alargada, más vertical) y hasta cómo experimenta una pantalla con bordes imperceptibles; por eso se pueden combinar. Estas pantallas de TV están compuestas por módulos individuales de MicroLED, con millones de luces LED microscópicas rojas, verdes y azules, para producir colores brillantes en la pantalla y ofrecer una alta calidad de imagen.

Gracias a los avances técnicos en el proceso de empaquetado de semiconductores ultrafinos desde el año pasado la compañía pudo crear una pantalla MicroLED 4K en un formato más pequeño de 75?, según dicen, más adecuado para los espacios que se tienen en el hogar. En resumen, promete que los usuarios creen en el futuro la pantalla bajo sus necesidades espaciales, estéticas y funcionales. Durante la presentación se mostró la simplicidad con la que se agregan o quitan paneles y la facilidad con la que se enciende en pocos segundos los módulos agregados.

98 pulgadas de pantalla

También se presentó un nuevo modelo de QLED 8K de 98″, el más grande hasta el momento fabricado por la compañía, que se suma a los modelos de 65″, 75″, 82″ y 85″. Ya sea que un espectador esté viendo contenido a través de un servicio de streaming, decodificador, HDMI, USB o incluso duplicación de pantalla móvil, la tecnología patentada basada en inteligencia artificial promete reconocer y elevar cualquier contenido, independientemente de la resolución nativa, a una calidad cercana a los 8K.

Con un algoritmo de inteligencia artificial mejorado que aprovecha los servicios de suscripción, el contenido favorito y los hábitos televisivos del usuario, la Guía Universal promete que será más fácil para los usuarios encontrar el espectáculo perfecto para ellos. Los usuarios también tienen más opciones para encontrar y controlar fácilmente su contenido favorito solo con la voz usando el nuevo agente inteligente Bixby y el AI Remote, e incluso con otras formas de controlar sus televisores Samsung a través de Amazon Echo y Google Home.

Un monitor con brazo regulable

También hubo varias novedades en monitores tanto para el uso en la oficina u hogareño como para los amantes de los juegos. El SpaceMonitor busca agregar espacio en el escritorio y ayudar al usuario en su postura frente a la pantalla mediante un brazo integrado, que se sujeta al borde del escritorio, y permite mover al monitor hacia la pared hasta parecer un cuadro, o bajarlo al escritorio y modular su inclinación de acuerdo a la tarea que se necesite realizar. Tiene ajuste ergonómico y un sistema de organización de cables que los esconde dentro del brazo.

Fuente: La Nación

Diez claves para incrementar la productividad en el trabajo y en la vida

Administrar el tiempo es uno de los grandes desafíos para las personas; entre las recomendaciones de diferentes autores están las de saber aprovechar cada momento del día según su particularidad, fingir deadlines y establecer espacios de pausa

Con más de 88.000 millones de dólares a su nombre, no hay mucho que Warren Buffet no pueda comprar. Pero hay algo para lo cual su fortuna no le sirve de nada, y bien lo sabe este CEO de 88 años y presidente de Berkshire Hathaway: tener más tiempo. En una entrevista en la que el presentador Charlie Rose le preguntó a Bill Gates qué había aprendido de Buffet, el fundador de Microsoft no dudó al responder. “Recuerdo cuando Warren me mostró su calendario en su agenda de papel. Había muchos días sin nada en él; yo tenía lleno cada minuto del día. Y entendí que sin ese tiempo no podés pensar o leer, que son cosas importantes que necesitan un espacio físico en tu día”, contó.

Y no son los únicos que piensan en este tema. Aunque contamos con las mismas 24 horas por día que los antiguos egipcios, la preocupación por el manejo del tiempo crece junto con la complejidad de organización de las sociedades del mundo. Que el tiempo alcance, que sea de buena calidad y hasta que su uso nos haga felices rankean alto en las listas de deseos de Año Nuevo. Esto explica el boom del crecimiento de podcasts, libros, newsletters y gurús globales listos para calmar nuestras ansias de foco y de balance entre trabajo y vida personal. A continuación, algunas de las más recientes recomendaciones publicadas, basadas en la economía del comportamiento, para una buena gestión de los minutos.

1. Conocé el patrón oculto en un día

Daniel Pink, autor de Drive (2009), libro que explora las motivaciones sobre por qué hacemos lo que hacemos, acaba de publicar Cuándo (Paidós, 2018), un escrito en el que desnuda la importancia de elegir el momento correcto para hacer cada cosa. ¿Da lo mismo hacer lo que hacemos en un momento o en otro? Pues no, de hecho el cuándo puede definir el éxito o el fracaso. Nuestras capacidades cognitivas no se mantienen iguales en todos los momentos del día, sino que fluctúan. Respondemos a un reloj biológico: un núcleo de aproximadamente 20.000 células del tamaño de un grano de arroz, que están en el hipotálamo, en la parte central inferior del cerebro. Ese núcleo controla el aumento y la disminución de la temperatura corporal, regula las hormonas, nos ayuda a dormir y a despertar.

Nuestro Big Ben interno, explica Pink, utiliza marcas sociales como el horario de la oficina y señales medioambientales como el amanecer y anochecer, para hacer pequeños ajustes que logran que los ciclos internos y externos tengan una mayor sincronía. Los patrones no son idénticos en cada persona y usar tiempo en conocer nuestros ciclos nos da información valiosa para elegir cuándo hacer o no hacer.

2. Aprendé de tu pico, valle y recuperación

Los sociólogos Michael Macy y Scott Golder, de la Universidad Cornell, analizaron en 2017 más de 500 millones de tuits emitidos por 2,4 millones de usuarios de 84 países durante dos años. Entre otros hallazgos, descubrieron un patrón constante en las horas en las que la gente se despertaba: un efecto positivo (expresado en el lenguaje) que crecía toda la mañana, se desplomaba por la tarde y remontaba al anochecer. Que el origen del usuario fuera asiático, musulmán o argentino daba igual. Todos presentaban un pico, un valle y una recuperación. Nuestro reloj interno funciona sobre ritmos, llamados circadianos, que establecen nuestra base rítmica.

También el método de reconstrucción del día (MRD) permite entender cómo se sienten las personas a partir de su relato del día anterior. En 2006 se le pidió a 900 mujeres estadounidenses que pensaran su día vivido por bloques de 15 minutos y dijeran cómo se habían sentido. Otra vez, el patrón descubierto fue bimodal, fuerte y constante. El efecto positivo subía a la mañana hasta alcanzar su punto más alto al mediodía, se desplomaba por la tarde y se elevaba en las primeras horas de la noche.

3. Santa mañana, ¿pantanosa tarde?

Parecería, a la luz de los resultados, que solo las primeras horas del día son las óptimas para hacer cosas. Pero, ¿es así para todo? Pink despliega decenas de papers para mostrar el momento del día ideal para cada cosa. Por ejemplo, los llamados de negocios, ya sea con inversionistas o que impliquen grandes tomas de decisiones dan mejores resultados por las mañanas.

De hecho, toda tarea analítica que requiera capacidad de foco y deducción funciona mejor hasta el mediodía. Otro ejemplo contundente surge del estudio de las notas de exámenes de estudiantes daneses. Hacer los exámenes en horas más tardías derivaba en notas más bajas, similares a tener padres con niveles de ingresos menores o a perder dos semanas de un año escolar. Lo mismo vale para los errores en las guardias hospitalarias: eviten las tardes.

Sin embargo, para ponernos creativos, es mejor menos vigilancia y menos inhibiciones, y eso ocurre por la tarde. Se lo llama la “paradoja de la inspiración”: la idea es que la innovación y la creatividad son mayores en nuestros “valles”.

4. Plan diario: subrayá, enfocá, evaluá, energizá

Listo. Una vez que conocemos nuestro ritmo y la importancia del “cuándo” hacer las cosas, es momento de hacerlas.

En su nuevo libro Make Time (Currency, 2018), los escritores creadores del newsletter Time Dorks y exgoogleros Jake Knapp y John Zeratsky, presentan un método diario para alcanzar las metas y mantener el foco. En inglés es:Highlight, Laser, Reflect, Energize. Y aunque suena complejo, es posible que muchas personas ya lo estén implementando, al menos en parte. Para elegir el higlight del día a conquistar, podemos hacernos tres preguntas basadas en urgencia, satisfacción y alegría o gozo. ¿Cuál es el pendiente que más presión me genera? Al final del día, ¿qué pendiente me generará más satisfacción haber terminado? Cuando reflexione sobre el día, ¿qué me dará más alegría haber hecho? Luego habrá que lograr el foco, evaluar el día vivido y energizar mediante alimentación, ejercicio y descanso.

5. Cráteres de tiempo y piletas sin fondo

Lograr foco y evitar las distracciones es uno de los más grandes desafíos que tenemos en este entorno de conexión instantánea. Para lograrlo, Knapp y Zeratsky proponen mantenernos alejados de las piletas sin fondo. ¿Cuáles son? Usar la mañana para hacer un check list de lo que hay que hacer (mejor hacer eso la noche anterior). Alejarnos de las “criptonitas” (cada uno sabe cuál es su debilidad: Facebook, jueguitos), evitar mirar las noticias, volar sin wifi, cerrar las pestañas de la computadora, ponerle un timer al tiempo de conexión o, si es necesario, apagar internet.

Un cráter de tiempo funciona así: escribimos un tuit ingenioso o posteamos una foto en Instagram que nos lleva unos dos minutos, pero volvemos toda la próxima hora para chequear qué tanto gustó nuestro pedido de atención virtual. Cada vez que lo hacemos quedamos atrapados por otros tuits o fotos y perdemos la siguiente media hora. Como nuestro tuit recibe varios retuits y likes, eso se siente bien y es el empujón que nos lleva a volver a publicar y a caer en un cráter de tiempo.

6. Mapa del día versus lista de pendientes

Adela Schicker es la cofundadora del instituto Procrastination.com, que ayuda a personas y empresas a hacer foco y alcanzar su máximo potencial. Hace tres meses publicó The End of Procrastination (St. Marys Essentials, 2018) con decenas de técnicas para no demorar las obligaciones. Una de las novedades que propone frente a los abordajes tradicionales para cumplir con los pendientes, es la idea de pensar en mapas de cosas para hacer, en lugar de listas.

Aunque a muchas personas le funcionan las listas, a otras, por el contrario, las paralizan. La propuesta de Schiker es dibujar un mapa visual con las tareas de hoy. Volcarlas sin un orden premeditado a medida que aparecen, intentar que no requieran más de 30 minutos o una hora, colorearlas según prioridad, fijar un recorrido y ponderarles un momento del día a cada una. Según la autora, se logra que sean más tangibles, visualmente más simples y que limpien la cabeza. ¿Los peligros? Sobreestimar las capacidades y estimar mal los tiempos.

7. Manejá el interruptor interno

A veces los pendientes son muchos, los problemas se empiezan a apilar y las cosas no salen como queremos. Entonces, la emoción que prima es de angustia, enojo, ira. Aunque no podemos controlar algunos escenarios externos y el sentimiento que nos producen, sí podemos elegir qué hacemos con eso que sentimos.

Adela Schiker recuerda en su libro la teoría del psiquiatra Viktor Krankl sobre la libertad que tenemos las personas para responder a los estímulos que nos rodean. Frankl, sobreviviente de Auschwitz, lo hizo carne. Manejó su “interruptor interno” para sobrevivir al horror más extremo. Una técnica para lograrlo es proveniente del Mindfullness y se llama STOP.

Ante un sentimiento primero, frenar e identificar qué sensaciones y pensamientos nos dispara. Luego, dirigir toda la atención a nuestra respiración, observar nuestro cuerpo y su alrededor, y proceder con nuevas respuestas distintas a las que hubiéramos dado automáticamente.

8. Fingí un deadline hasta que se haga real

Nada más molesto y apremiante que una fecha límite para entregar un trabajo. Los “hijos del rigor” lo sabemos. Sofocantes, pero tan necesarios, los deadlines obligan a hacer foco real para resolver los pendientes. Pero trabajar con deadlines muchas veces deja una sensación de que se podría haber hecho mejor, sin sufrir tanto el camino y con más disfrute.

Para eso, una buena idea es crear un falso deadline y creer -sí, creer- que es el único y verdadero plazo final. Algunos ejemplos: los autores de Make Time recomiendan agendar una carrera de 5 kilómetros en un mes si se quiere empezar a correr hoy, invitar a unos amigos a comer a casa antes de aprender a hacer la receta prometida o, simplemente, agendar que la entrega final es el miércoles, aunque en realidad sea el lunes siguiente. Funcionamos adquiriendo hábitos y, entonces, estos falsos límites nos impulsan a avanzar.

9. Descansos de la vigilancia

Un oasis de tiempo y energía, casi tan subestimado como el de la importancia de dormir bien, es tomar descansos y pausas entre trabajos. En su libro Cuándo, Daniel Pink describe su experiencia en un quirófano en la Universidad de Michigan. Allí, antes de cada cirugía se toman dos pausas que han disminuido las imprecisiones adentro de la sala de operaciones. Cuando están todos los profesionales alrededor del paciente (que necesita una reconstrucción de mandíbula urgente), todos hacen silencio. Comienza la pausa de verificación antes de la anestesia: uno a uno se presentan, corroboran que el paciente, el procedimiento y el consentimiento estén alineados. Luego repasan estudios anteriores y alergias, y prosiguen con la anestesia. Otra pausa igual se hace antes de comenzar con la primera incisión. Dos pausas que han casi eliminado todos los errores humanos del quirófano de Michigan. Frenar, repasar y luego trabajar mejora nuestras resultados.

10. Sincronizar con el entorno

Aun conociendo nuestros ritmos y domando nuestras distracciones, picos y valles, todavía queda una conquista importante: que esto funcione al trabajar con otros. Somos seres sociales y la mayoría de nuestras actividades requieren de una sincronización de modos, tiempos y personalidades que no siempre es fácil de conquistar.

Algunos datos alentadores: entablar relaciones fuertes nos alarga, literalmente, la vida. Roy Baumeister y Mark Leary, dos psicólogos sociales, formularon la “hipótesis de la pertenencia” y demostraron cómo esta moldea profundamente nuestros pensamientos y emociones. Su ausencia provoca efectos nocivos y su presencia, salud y satisfacción.

Pasar tiempo con nuestras “tribus” nos da sentido. Para lograrlo, cierra Pink, hay que desarrollar códigos comunes y sincronizar con el físico, pero también con el corazón.

Fuente: La Nación

 

Los argentinos que ocupan puestos clave en empresas extranjeras

Por diferentes razones decidieron emigrar a otros países a desarrollar sus carreras. Una especialización en sus estudios, estar en la meca de su industria, su vida personal o la curiosidad de explorar nuevas oportunidades. Con profesiones y responsabilidades muy distintas, comparten una creatividad resiliente que califican como su argentinidad puesta en acción en cada cosa que hacen. Desarrollan sus carreras creativas en compañías líderes del mundo como Honda, Marvel Studios o la NASA.

Cada uno expresa su talento de un modo particular, pero hay una cuna común que hasta sus colegas de todo el mundo les hacen notar: son directos, entusiastas, se las rebuscan y están dispuestos a defender sus ideas.

Mientras Victoria piensa en la evolución de los súper héroes del futuro de Hollywood, José diseña el interior del próximo auto autónomo. Javier trabaja con gobiernos y equipos para transformar sus culturas, Gaby le da voz a los atletas afuera de la cancha y Pablo diseña trajes espaciales y casas para vivir en Marte. la nacion revista conversó con estos cinco argentinos que hicieron de su creatividad una marca global. Sus orígenes les despiertan suspiros, nostalgia y orgullo que, aseguran, son un sello de su trabajo.

  • José Wyszogrod (50). Jefe de diseño. Investigación y Desarrollo, Honda Inc.

“Ser argentino te enseña a ser creativo”

José había cumplido los 4 años cuando su familia decidió ir de vacaciones a Mar del Plata. Apenas pisaban la playa, él se quedaba en el estacionamiento por horas mirando a los autos que entraban y salían. Unos años más tarde, en la década del 80, cuando llegaron a la Argentina muchos automóviles importados, se montaba en su bicicleta y salía a “cazar” nuevos modelos. Les sacaba fotos que imprimía para armar un álbum. “No sé de dónde viene esta pasión por los autos, siempre me interesaron, pero no por su costado pistero, sino por su diseño”, cuenta desde Tokio, sede central de la automotriz Honda, donde hace poco cumplió 22 años de trabajo.

José Wyszogrod es jefe de diseño y dirige el Centro de Experiencias, Investigación y Desarrollo de Honda en los Estados Unidos y reside en Los ángeles. Durante el tiempo que lleva en la compañía pasó por cada uno de los puestos ligados con el diseño de automóviles. Vivió tres años en Japón, donde aprendió los fundamentos del diseño y la cultura nipona, y fue ganando concursos internos de diseño que lo posicionan hoy como uno de los principales referentes de su área, en una industria con desafíos de diseño que incluyen a los autos autónomos, inteligencia artificial y otros vehículos, como jets.

Se emociona y enorgullece de su paso por el colegio Nicolás Avellaneda y por la facultad de diseño industrial de la UBA. “Tuve compañeros y profesores increíbles que se enfocaban en tener ideas innovadoras, más allá de lo difícil que era hacer cosas de diseño en ese momento; la carrera recién arrancaba en Ciudad Universitaria. El director de la carrera, Ricardo Blanco, era un visionario y lo hizo posible. Ser argentino te enseña a ser creativo, siempre nos la rebuscábamos, había mucho ingenio, hacíamos mucho con muy poco”, cuenta. Cuando empezó a estudiar diseño automotriz en Estados Unidos en una de las principales escuelas, se sorprendían por la calidad de los porfolios de sus trabajos. Mientras estudiaba visitó las principales automotrices del mundo, pero se inclinó por Honda, que siempre le había atraído.

Sus colegas le dicen que es un hombre directo, que busca ir al punto y hablar cara a cara cada tema que se presenta, algo no tan común para la cultura anglosajona donde muchas veces priman los rodeos políticamente correctos. “Tengo mucha dedicación. Desde la UBA soñaba con trabajar dentro de un estudio de diseño, por eso mi deseo y entusiasmo crece con los años”, dice.

-¿Qué es lo que encontrás más desafiante de tu trabajo?

-El trabajo de diseño de automóviles es ultracompetitivo, porque muy poca gente entra a esta industria y una vez adentro competís todo el tiempo con tus colegas para ganar cada diseño. Cómo mi trabajo fue evolucionando tiene que ver con mi ser argentino, esto de salir siempre adelante, y creo que también algo competitivo que tenemos en la Argentina y que me gusta mucho y lo persigo para llevar mi carrera adelante.

Además del diseño José ama la música. Es hijo de un violinista, llegó a tocar teclados con Daniel Melero allá por los 90 y en algunos grupos del underground nacional.

Aunque la mayor parte de sus afectos y su vida está en Estados Unidos, sigue las noticias argentinas, las compartes con amigos, se angustia y entusiasma con la realidad local. “Ahora a mis 50 ya tengo mitad de mi vida aquí y la otra mitad en la Argentina -comenta-, pero sueño siempre con volver algún día.”

  • Pablo de León (54). Director del Laboratorio de Vuelos Espaciales Tripulados para la NASA

“Mientras algunos esperan las condiciones perfectas, nosotros ya le encontramos la vuelta”

Eran finales de los años 60 y la carrera espacial estaba en la tapa de los diarios y en programas televisivos. Aunque en su Cañuelas natal había muchas más vacas que cohetes, Pablo encontró en la revista técnica Lupi todo lo que necesitaba para montar planos y armar prototipos y lanzar sus primeros cohetes en escala a la edad de 9 años. Apenas terminó de cumplir con el servicio militar en la localidad de Río Turbio, Pablo de León comenzó la búsqueda de una carrera con las miras en el espacio. Y al no encontrarla en el país, decidió viajar a los Estados Unidos para su formación universitaria. Completó un posgrado en la Universidad Internacional del Espacio y un doctorado en Historia del Espacio.

Comenzó su trabajo de manera independiente como contratista con soluciones de trajes espaciales para la NASA y desde hace unos nueve años también desarrolla prototipos de hábitats, una especie de bases para desplegar en la superficie de otros planetas o cuerpos celestes. La calidad de sus trabajos le hicieron ganar varios proyectos como investigador externo. Hoy, a De León se lo conoce como “el sastre de la NASA” por sus últimos desarrollos exitosos de trajes espaciales. Dirige el Laboratorio de Vuelos Espaciales Tripulados y es investigador principal del proyecto de la NASA “Estación multi-propósito para misiones futuras al planeta Marte”, en la Universidad de Dakota del Norte y en el Centro Espacial Kennedy, en Florida.

Fue el primer argentino en volar en gravedad cero en 1997 y, aunque hace 25 años que emigró a Estados Unidos, su relación con la Argentina es deliberadamente permanente. Es el Fundador y presidente de la Asociación Argentina de Tecnología Espacial (AATE), desde donde busca promover y desarrollar las actividades espaciales en la Argentina, y organiza desde 1999 el Congreso Argentino de Tecnología Espacial. Ayudó a colocar siete experimentos de universidades argentinas en el transbordador espacial Endeavour y, junto con la Universidad del Comahue, trabajó en el desarrollo del satélite educativo PehuenSat que aún está en órbita.

Es docente por vocación y un gran difusor de la carrera espacial en la Argentina y en el mundo. “Uno en la Argentina está acostumbrado a hacer las cosas sin casi nada, eso te ayuda a desarrollar la creatividad y resolver los problemas con las herramientas que tenés a mano. Cuando uno viene acá y se encuentra con que tiene todo, las máquinas, el capital económico y humano, ve un terreno fértil para poner a funcionar su creatividad”. Cuenta que se frustra cuando habla con colegas argentinos, empantanados en tener que esperar que se destrabe la firma de una partida presupuestaria, que lleguen las resmas para poder imprimir o conseguir un insumo importado para poder trabajar, pero no claudica en resaltar la calidad del talento aeroespacial que produce nuestro país.

-Hace 25 años que trabajás con colegas de otros países. ¿Qué dicen de tu trabajo?

-A mis colegas norteamericanos les llama mucho la atención esto de hacer sin tener todo. Si les falta algo, ellos tienden a decir, bueno, vamos a esperar que lleguen las cosas que son necesarias. Mientras otros esperan las condiciones perfectas, nosotros ya le encontramos la vuelta. Hace 15 años que entreno a ingenieros espaciales e hice un poco de escuela, han salido excelentes profesionales que hoy trabajan para SpaceX, BlueOrigin, la NASA y Boeing. Trabajar con adversidades, aunque no es lo ideal, te agudiza.

De León se entusiasma con la década que viene en su trabajo. La carrera espacial está viviendo un nuevo boom y él trabaja todos los días para ser parte. Aunque más allá de sus ambiciones interplanetarias, aún le queda un pendiente local. “Me queda en el corazón la asignatura de poder trabajar más la temática espacial en la Argentina. Escribo libros sobre la historia espacial argentina y trato de difundir su rica historia cada vez que puedo. Ojalá algún día pueda desarrollarme allá; mientras tanto me entretengo haciendo trajes espaciales y hábitats marcianos para la NASA”, bromea.

  • Victoria Alonso (53). Vicepresidenta ejecutiva de Marvel Studios

“Pienso las películas como esculturas a las que siempre se le puede dar más forma”

Entre las que están en preproducción, filmándose y las de posproducción, Victoria Alonso trabaja con entre seis y ocho súper producciones de Hollywood al mismo tiempo. Como una malabarista extrema, la producción y ejecución de películas como Iron Man, Shrek o Spider-Man son parte de su día a día. A 13 años y 22 películas de haberse unido a Marvel, The Hollywood Reporter incluyó a Alonso en su listado de las 100 mujeres más poderosas del mundo del entretenimiento.

Victoria nació en Buenos Aires y emigró a Estados Unidos en 1985 para su formación universitaria. Estudió Psicología y teatro y comenzó a trabajar en la industria de efectos visuales, primero en comerciales y luego en largometrajes para la compañía de James Cameron. “Aprendí mucho de cine, viajé mucho por el mundo, filmé en África y en Europa, y en el año 2005 quería establecerme en un lugar cerca de mi familia. Cuando un compañero actual de Marvel me dijo que tenía una película, le dije: no me importa de qué se trata, sólo quiero trabajar en Los Ángeles”.

Al unirse a Marvel como vicepresidenta ejecutiva de efectos visuales y posproducción, Alonso fue también coproductora de Iron Man, Thor y Capitán América. Fue productora ejecutiva en Los Vengadores, Iron Man 3, Los Guardianes de la Galaxia Vol. 2 y Spider-Man, entre muchas otras películas. “La evolución de mi puesto es permanente, la historia que vamos a contar es lo más importante: sin una buena historia no importa cuánto espectáculo o efectos especiales pongas”, asegura.

Es una de las pocas mujeres en Hollywood con cargos de alto liderazgo. La dedicación de Alonso a la industria es señalada como modelo por sus logros. En 2015 fue galardonada con el premio Muse de Mujeres en Cine y Televisión de Nueva York, fue la primera mujer en recibir los premios Harold Lloyd de la Advanced Imaging Society a realizadores en 3D, y en 2017 el premio VES de la Sociedad de Efectos Visuales por su avance en storytelling a través de los efectos visuales. En su trabajo le señalan la calidez, la cercanía “tan latina” que cree que es un plus para trabajar con una mirada anclada en la diversidad. “Que una mujer latinoamericana pueda ejercer un rol de liderazgo en una industria tan masculina como la del cine es importante”, opina y asegura que su origen está muy presente. “Hubo momentos en los que me hubiera beneficiado no ser tan focal en mi argentinidad, pero es lo que soy, lo acepto con mucho amor y orgullo. Nunca se puede negar de donde uno viene”.

-¿Cómo te preparás ante cada nueva producción?

-Todas las películas son diferentes, es como tener hijos, que los padres sean los mismos no quiere decir que los chicos lo sean. Para nosotros es una búsqueda nueva, una forma de ver el futuro de los súper héroes de una manera diferente. Muchos dicen que somos una máquina porque manejamos producciones gigantescas, y en cierto sentido sí, porque una lancha podés estacionarla de muchos modos, pero un crucero sólo de un modo determinado y eso lo sabemos hacer. Pero, por otro lado, cada actor es distinto, cada director, cada historia y todos tienen una forma de mostrarnos cómo podemos hacer las cosas cada vez más frescas.

Usa la palabra resiliencia para describir el ADN de la creatividad argentina. Para Alonso es el componente esencial para poder trabajar en una industria tan competitiva y que demanda innovación permanente. “Uno no encuentra la mayor perfección en las películas las primeras veces. Son como una escultura a la que podés siempre darle más forma. En un momento llega la forma que tiene que tener para mostrársela al mundo, pero a todos los cineastas que conozco, si le das dos semanas más, algo van a cambiar: desarmar lo ya armado mil veces y volver a armarlo hasta encontrar lo mejor para la historia”.

  • Javier Bajer (54). Arquitecto cultural, especialista en cambio organizacional

“El cambio cultural debe focalizarse en creencias y no en conductas”

Una fuerza policial del Reino Unido necesitaba cambiar su relación con los ciudadanos debido a la reputación de discriminación que tenía. Una minera de Mozambique quería emprender el camino hacia políticas que mejoren la calidad de vida de los obreros. Un gobierno municipal necesitaba un cambio de cultura interna y con los ciudadanos sobre el reciclado de residuos. Tres desafíos institucionales que requerían un cambio profundo en la cultura organizacional.

En su tarjeta de presentación se lee Arquitecto cultural. En persona se presenta así: “Trabajo de ayudar a cambiar viejos hábitos en comportamientos útiles”.

Javier Bajer nació hace 54 años en Buenos Aires y hace 30 que vive en Londres. Se especializó en acompañar a gobiernos de ciudades y a organizaciones a encarar cambios profundos en su cultura. Doctorado en psicología social y con un máster en neurociencias, vive con su mujer y tres hijos pequeños en el sur de Inglaterra, aunque visita nuestro país a menudo por trabajo y lazos familiares. El mate lo acompaña en su valija a cada continente. Se fue en 1989 por un año, pero su trabajo y vida personal se desarrolló en Inglaterra. Luego de 15 años como consultor de Accenture, en 2003 emprendió su camino independiente.

“Creo que el camino del cambio real dentro de las organizaciones debe ser liderado desde adentro. Mi trabajo es el de catalizador, el de formar y acompañar a equipos para que ellos lideren e impulsen su propio cambio luego de nuestra intervención”, describe. En la Argentina trabajó junto al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en la creación de una Secretaría de cambio cultural que cuenta con el apoyo de 230 personas que son los agentes de cambio dentro del ente estatal. Trabajan en la cultura interna y también en la externa, por ejemplo, con programas para que el ciudadano separe la basura en origen. Actualmente trabaja junto a un equipo de 60 personas en la AFIP para generar un cambio en la cultura tributaria nacional.

Luego de la caída de las Torres Gemelas trabajó con funcionarios de la ciudad de Nueva York para recomponer la confianza en la seguridad. Hace 17 años que acompaña al personal del Palacio de Buckingham en su transformación y a varias fuerzas de seguridad británicas.

Junto a un pequeño grupo de socios especializados en antropología y psicología, utilizan una metodología de cambio cultural propia, y dice tener un “antídoto” contra los programas de cambio tradicionales que “muchas veces se quedan en lo cosmético, pero no generan verdaderos cambios”. En sociedad con los líderes de las organizaciones, no acepta trabajos en los que no puede hacer un diagnóstico en el centro del problema. Hace unas semanas viajó a una mina en Mozambique para entender la jornada de trabajo de los mineros, compró los medicamentos de una farmacéutica que busca crecer con un propósito centrado en los pacientes y adquirió los servicios de una aseguradora que lo contrataba para lograr mayor agilidad en los procesos. “Hoy todo el mundo habla de cambio cultural. Ya se entiende que no es una cuestión de tecnología, sino de personas. Años de probar mecanismos, premios, castigos, pero la realidad es que eso no ha funcionado. Entonces para poder generar un cambio hay que focalizar en creencias y no tanto en conductas”, asegura.

En su trabajo siempre lo ayudó poder pararse seguro ante cada desafío, dice. “Se trata de esa confianza que tenemos los argentinos, que mal entendida nos puede hacer caer como arrogantes, pero que bien entendida es una gran fortaleza. Pararnos e ir por lo que creemos y desafiar lo que haga falta. Me permitió meterme en lugares que nadie se animaba a desafiar.” Para Bajer la clave de su trabajo reside en conocer a fondo las necesidades que tiene cada individuo que forma parte de una organización: “Si ayudamos a las personas a creer en lo que hacen, su respuesta será orgánica y ellos mismos querrán hacer lo mejor. Para que esto suceda, tiene que haber un objetivo significativo en lo que les estamos pidiendo que hagan”.

  • Gaby Goldberg (36). Directora creativa de Uninterrupted. Creadora del manifiesto “I am more than an athlete”

“Considero mi trabajo terminado cuando provoca un sentimiento que perdura en quien lo recibe”

Recuerda sus excursiones adolescentes de fin de semana al Parque Rivadavia en busca de discos como un inicio de su camino artístico. Desde muy chica una búsqueda ecléctica la llevó a estudiar guitarra, canto lírico y composición con sintetizadores electrónicos. Luego de su secundaria en la escuela ORT, comenzó la carrera de Diseño en la UBA, al mismo tiempo que estudiaba Producción Audiovisual en la Universidad de Lanús.

Todo ese cocktail de estímulos explica mucho del presente de Gabriela Goldberg, esta argentina basada en la ciudad de Los Ángeles desde 2017, que es hoy la directora de arte de Uninterrupted -la compañía de medios del basquetbolista LeBron James y su socio Maverick Carter-, cuya misión es empoderar a atletas en su vida fuera del deporte. La agencia generadora de contenidos se hizo conocida a partir de un hecho que tuvo a LeBron como protagonista: enojado con una periodista que le había recomendado que se calle y se dedique solamente a jugar y no hablar de política, el basquetbolista posteó en sus redes la foto de un neón diseñado por Gaby con la frase manuscrita “I am more than an athlete” (“Soy más que un atleta”), que es el lema que la argentina desarrolló para la agencia.

El proyecto fue liderado por Ricardo Viramontes, como director creativo, y Goldberg, como directora de arte y diseño, quien sintetizó el mensaje trabajando con su propia letra manuscrita. A partir de este episodio, que fue fuertemente amplificado en redes, Nike licenció la submarca I am more than an Athlete, que, además, fue el nombre de la gira internacional de LeBron James durante julio y agosto de 2018. “Mi forma de encarar la animación es muy artesanal. Arranco escaneando, por capas y con un marcador, mi letra manuscrita. Solamente considero mi trabajo terminado cuando el resultado de lo que hago provoca un recuerdo o un sentimiento que perdura en quien lo recibe. El resto del tiempo estoy en proceso”, describe.

-¿Existe algo así como una fórmula creativa?

-Mi forma de crear siempre está ligada con la intuición, a esa seguridad que se siente fundamentalmente en las tripas. Trato de empezar cada día desde cero, ignorando cualquier conocimiento y regla preestablecida, abrazando mis fracasos e impulsos para encontrar nuevos caminos, nuevas formas de ver y de pensar. Prefiero tener un punto de vista con sus implicancias a vivir en una zona gris.

Cuando todavía residía en la Argentina, Gaby Goldberg creó junto con una socia Raymond, una productora de contenidos. Luego, en 2017, la creativa decidió instalarse en Los Ángeles junto con su marido y su hija Carmela, de 4 años, y desde allí continuar trabajando como directora de arte para distintas ONG, empresas y grupos musicales como Sir Rosevelt, con quienes su trabajo llegó a presentarse durante shows de Jimmy Kimmel y Cirque du Soleil. A finales de 2017, Gaby comenzó a trabajar full time para Uninterrupted.

Para la creativa existe un sello de argentinidad que es muy fuerte en su trabajo. “El esfuerzo y las condiciones en las que a veces tenemos que trabajar, esto del lo atamos con alambre y seguimos, tiene su lado negativo, pero también uno muy positivo porque uno se las rebusca y trata de encontrar soluciones sea como fuera, con un nivel de exigencia e intención de realización que es un diferencial”, dice. Goldberg busca una palabra que la convenza: orgullo, brillo, garra, no dar el brazo a torcer. También el ser honesta y directa y no dejar de defender o criticar una idea es algo que sus compañeros valoran de ella y su trabajo. “Pero también animarme a pensar con el corazón -concluye-. Creo que es un plus que tenemos los argentinos.”

Fuente: La Nación