En busca del bienestar digital

Movimientos globales, ONG y las propias empresas están repensando la relación de las personas con las tecnologías y su incidencia en la calidad de vida. Con educación y diseño consciente, se empieza a hacer foco en el uso reflexivo e intencional de estas herramientas

Este año terminará con 4500 millones de personas en el mundo con acceso a internet y se espera que en los próximos seis años el número escale hasta los 6000 millones, quienes, con la llegada de la tecnología de conectividad 5G, podrán navegar a velocidades hasta 10 veces mayor a la experiencia más rápida actual. Con dos décadas conectados y con internet avanzando en los aspectos más diversos de nuestra vida, la incidencia de su impacto en nuestra salud y costumbres es el centro de un cuerpo creciente de investigaciones que advierten sobre la necesidad de reflexionar y generar un entorno más sano e intencional en esa conectividad. Lo que se busca es una tecnología más humana con foco en el bienestar digital de las personas.

De hecho, los mismos usuarios se encuentran muchas veces atrapados en un uso que, advierten, puede ser nocivo, pero que no saben cómo modificar: cuidado de datos personales, consumo y difusión de información falsa, uso excesivo de redes sociales, conexión permanente y ansiedad son algunos de los temas que saltan del mundo digital con un impacto real en nuestra calidad de vida y relaciones.

Tristan Harris es quien lidera esta conversación a nivel global y lo hace con el convencimiento del converso. Exdiseñador especializado en ética de aplicaciones de Google, es el fundador del movimiento Time Well Spent y de la organización The Humane Tech Center, focalizados en la evangelización y desarrollo de una tecnología más humana. Según Harris, lo que estamos viviendo es una cacofonía de tecnologías extractivas que generan una degradación humana (human downgrading), y es ahora el momento de refundar la manera en la que mediamos con ellas, a través de la modificación de su diseño.

LA NACION revista habló con Harris sobre la misión de su centro: “El modelo de uso gratis de las aplicaciones, en el modelo más caro del mundo, genera una economía de atención extractiva. Las redes sociales han creado un Frankenstein digital al aprovecharse de las debilidades humanas (miedo, indignación, vanidad) y la tecnología ha degradado nuestro bienestar”, sentencia. Para Harris, que en sus comienzos fue uno de los integrantes del Laboratorio de Tecnologías para la Persuasión de la Universidad de Stanford, catalizar de manera completa el bienestar digital requiere trabajo específico. “Necesitamos ser profundamente sofisticados, no solo con la tecnología, sino también con la naturaleza humana y las formas en que uno impacta al otro. Los tecnólogos deben abordar la innovación y el diseño con la conciencia de proteger las formas en que somos manipulados; necesitamos más atención sobre lo que protege y cura la naturaleza humana y los sistemas sociales”, dice. Desde su centro, ofrecen una guía de diseño de productos gratuita para explorar y evaluar cómo la tecnología nos afecta a nivel individual, relacional y social.

El segundo punto que aborda Harris es cómo se está desarrollando la inteligencia artificial (IA). “La IA tiene que ser para el humano, no una IA abrumadora. Hoy ya tiene un poder asimétrico sobre las vulnerabilidades humanas. Necesitamos convertir eso en IA para que actúe en nuestro interés haciéndolos fiduciarios a nuestros valores, lo que significa prohibir los modelos comerciales de publicidad que se extraen de esa relación íntima”, describe. Y el tercer aspecto por tener en cuenta es el de los incentivos regenerativos humanos. “Debemos abandonar el fracking de atención de la gente, desarrollar un nuevo conjunto de incentivos que aceleren una competencia en el mercado para solucionar estos problemas. Guardianes de la tecnología como Apple y Google pueden alentar a las aplicaciones a competir por nuestra confianza, no por nuestra atención, al remodelar las tiendas de aplicaciones, los modelos de negocios y la interacción entre aplicaciones que compiten en pantallas de inicio y notificaciones”, propone Harris. También cita a los inversores, accionistas, políticos, periodistas y usuarios en general, todos actores necesarios para gestionar una nueva era digital.

“Reconocer esta manipulación y nuestros sesgos es el primer paso. El uso del móvil difiere de otras tecnologías anteriores, porque ahora es la primera vez que lo tenemos con nosotros todo el tiempo y a toda hora; el consumo es personal, la oferta de contenidos es ilimitada y además es multifunción”, dice Santiago Bilinkis, autor del libro Guía para sobrevivir al presente, atrapados en la era digital (Sudamericana, 2019), donde buscar alertar y explicar el funcionamiento de estas tecnologías y sus implicancias en nuestras vidas.

Para Bilinkis, una parte de la solución pasa por hacernos las preguntas correctas para entender el negocio detrás de las aplicaciones que usamos, cómo son creados los algoritmos para poder exigir transparencia en la información. “Estamos dentro de un sonambulismo tecnológico que, a través de filtros, distorsiona la realidad y genera ansiedad. Para los padres es un nuevo terreno en el cual guiar a nuestros hijos, donde ellos son nativos y nosotros, a veces, estamos tan empantanados como ellos. Reconocerlo y traerlo a la conversación familiar es parte de la solución”, dice. La preocupación por el d iseño de los algoritmos es tal que investigadores como Mark J. Nitzberg, director del Center for Human-Compatible IA de la Universidad de Berkeley, está proponiendo que el desarrollo y diseño de apps tenga que atravesar una especie de fases de tests clínicos, como deben hacerlo las drogas antes de convertirse en medicamentos comerciales.

Los dueños de la pelota

Una de las redes sociales más cuestionadas en cuanto al efecto que causa en sus usuarios es Instagram. Diversos estudios, como el elaborado por la Real Sociedad Británica de Salud Pública en 1500 jóvenes de entre 14 y 24 años, la han clasificado como la más nociva para la salud mental de los jóvenes por conducir a sentimientos de inadecuación y ansiedad con su imagen. La empresa de Zuckerberg está al tanto, y en el primer semestre de este año presentó una serie de propuestas en su marco de bienestar digital. Natalia Paiva, directora de políticas públicas de Instagram para América Latina, explica cuál es la estrategia: “Queremos que Instagram sea un entorno positivo e inclusivo para nuestra comunidad. Que el tiempo de uso sea intencional, que es un concepto que tiene mucho que ver con el bienestar, y no es solo desde lo moral, porque debemos, sino que es estrategia a largo plazo. Si los usuarios no tienen una buena experiencia, no tendremos futuro como plataforma de creación y expresión”, dice.

Instagram tiene tres pilares en su estrategia de digital wellbeing: desde cómo ofrece la información de sus políticas de uso, herramientas para que las personas puedan controlar la experiencia y las asociaciones a nivel local con organizaciones, expertos en salud mental y tecnología en cada país donde tiene presencia. Por ejemplo, desde este año la red permite silenciar palabras, hashtags y emojis con los que el usuario no quiere encontrarse, como también configurar el tiempo que se quiere usar la red mediante alertas que avisan cuando se alcanzó el límite. Por otra parte, si alguien busca un hashtag con palabras sensibles como d epresión, ansiedad, angustia suicidio, aparece una ventana con propuestas para que el usuario le pida ayuda a un amigo o institución especializada.

Un cambio relevante es la prueba que Instagram está haciendo en siete países para que la cantidad de me gusta (expresados en corazones) y reproducciones no estén a la vista de todos, con el fin de evitar que los usuarios suban material por el solo hecho de ver la acumulación de aprobaciones ajenas. “Queremos que las personas se concentren más en la calidad de sus conexiones que en sus métricas de performance”, dice Paiva desde San Pablo, Brasil, uno de los países que está haciendo la prueba. Facebook está evaluando hacer lo mismo en su plataforma, y también este año dio a conocer un paquete de funcionalidades para darle al usuario mayor poder sobre su información y la que consume.

Consultada por la tardanza de las empresas en presentar estas herramientas, teniendo en cuenta que muchos usuarios ya cumplieron hasta una década usando Instagram o Facebook, Paiva contesta que “la idea de la conexión de salud mental y uso de las redes sociales es muy nueva y todos -empresas, científicos, academia y usuarios- estamos intentando entender algo complejo de lo que se aprende todos los días y se intenta responder a los hallazgos que se van presentando de la mejor manera posible”.

También desde Google están abordando el tema desde su motor de búsqueda y desde Android, el sistema operativo más usado por los argentinos. En las últimas semanas anunciaron nuevas funcionalidades. “El bienestar digital es el estado de estar totalmente cómodo y contenido por cómo la tecnología se ajusta a nuestra vida, es diferente para cada usuario y cada familia: es el resultado de estar consciente y en control de la tecnología que uno utiliza”, describe Matías Fuentes, responsable de Comunicaciones de producto de Google Argentina. A principios de septiembre, YouTube, la plataforma de videos de Google, recibió una multa de 170 millones de dólares por parte de la Federal Trade Commission, debido a las demandas que la acusaban de recolectar datos personales de niños sin el consentimiento de los padres. Por esto, la red decidió quitar las publicidades sugeridas para los niños.

El gigante de Silicon Valley asegura que al entrenar a su asistente virtual y agregar inteligencia artificial a sus productos, genera uso más eficiente y seguro de la plataforma. Android cuenta con el modo Wind Down para desconectarse o el modo Rutina para dormir, que permite mediante la voz configurar una alarma, apagar las luces, reducir el sonido de la música y escuchar el clima del día siguiente. El modo Foco permite seleccionar aquellas aplicaciones que los suelen distraer y silenciarlas cuando esta función está activada.

Para el control parental ofrece Family Link: a través de funcionalidades que permiten configurar aplicaciones, el contenido y el tiempo en pantalla, los padres pueden definir pautas digitales para sus hijos. Tanto la calidad como la cantidad de tiempo que los chicos están conectados es un tema que se está estudiando desde la comunidad médica. Por ejemplo, en la American College of Cardiology (ACC) Latin American Conference 2019, que se celebró del 25 al 27 de julio en Cartagena, se presentó un paper que reveló que los jóvenes que utilizan más de cinco horas al día los teléfonos inteligentes tienen mayor probabilidad de sobrepeso y obesidad, lo que obliga a replantear estrategias y hasta usar la tecnología como aliada para promover la actividad física en ese segmento etario. En junio de 2018, la OMS incluyó entre los trastornos mentales la adicción a los videojuegos.

En esta revolución digital, la infancia está en el centro del cambio en un país como Argentina, que está en el top 10 de personas conectadas más tiempo a internet, con ocho horas al día. “Las tecnologías producen percepciones ambivalentes y reacciones binarias en padres y adultos en general: por un lado, los medios digitales se perciben como indispensables en vistas de la mejor preparación para el futuro, y por el otro, crece la preocupación por el bienestar digital de niños y niñas. Esta confusión genera desconcierto en la búsqueda del balance y menos claridad en temas de crianza digital. Cada vez son más los adultos que expresan la necesidad de mejorar la experiencia de la vida conectados propias y de sus hijos”, cuenta Mariela Reinman, directora de la ONG Chicos.net

Si bien son varias las problemáticas relacionadas con los hábitos y los medios digitales (temas de convivencia, manipulación de la información y noticias falsas, grooming, autopercepción), para Reinman, el bienestar digital hace referencia a dos grandes temas: tiempo de uso y privacidad. La experta explica que el tiempo de pantallas no es malo o bueno en sí mismo. Además, no hay una oposición radical entre lo digital y lo físico. Todo se está mezclando, chicos y jóvenes usan las redes para encontrarse en el mundo físico y viceversa. “Más que limitar cuantitativamente, deberíamos prestar atención al tipo de actividad que realizan chicas y chicos, promoviendo aquellas más creativas y desplazando el consumo pasivo por el uso activo: utilizar dispositivos para diseñar arte digital, música, editar videos, crear historias, programar, entre muchas otras propuestas”.

El segundo tema es el de la privacidad, que tiene una doble lógica: lo que los chicos deciden publicar (y es importante reflexionar con ellos la distinción entre público, privado e íntimo) y, por otro lado, la privacidad de nuestros datos como usuarios de tecnología, es decir, qué entregamos a cambio de qué. “Cada vez somos más conscientes de la información que generamos y ofrecemos cuando realizamos actividades en internet. Cada me gusta, cada compartir, las geolocalizaciones. constituyen algoritmos complejos que almacenan una inmensa cantidad de datos sobre gustos, perfiles, preferencias. Es importante que los niños sepan desde temprana edad que internet parece gratuito, pero no lo es: el uso se paga con información personal. Esto es muy relevante para la internet actual y futura: internet de las cosas e inteligencia artificial”, cierra Reinman.

Marco digital

La regulación es uno de los componentes indispensables, pero no suficientes para la construcción de una interacción más saludable con la tecnología. Por ejemplo, en Estados Unidos, el senador republicano Josh Hawley está proponiendo leyes contra los elementos adictivos presentes en las redes sociales. Se busca poner límites a la industria tecnológica para que sus productos sean menos manipulativos. En palabras de Tristan Harris, sería regular la economía de atención extractiva. “Cuando hablamos de regulación, nos referimos a limitar las estrategias que se diseñan y perfeccionan para captar la atención de los usuarios. Hay una relación directa entre atención del usuario y crecimiento, revenue y éxito de las empresas, y entonces allí surgen preguntas y conflictos éticos y psicológicos”, dice la directora de Chicos.net.

Las plataformas crecen monetizando nuestra atención. El autoplay y las predicciones de YouTube y Netflix, la tecnología persuasiva, el modelo de recompensas de las redes sociales, que incentiva a pasar más tiempo conectados consumiendo publicidad y cediendo datos personales. Todo esto exige nuevas regulaciones hacia la humanización de los modelos de negocios. Otra de las voces más críticas al modelo actual es la de Jaron Lanier, científico computacional considerado el padre de la realidad virtual, que propone rever desde cero los modelos de negocios de plataformas como Google y Facebook y pensar si no sería más sano pagar por suscripciones que el modelo publicitario actual.

Concientizar sobre que lo digital es real es una de las principales preocupaciones para Sebastián Bortnik, experto en seguridad informática y uno de los fundadores de la ONG Argentina Cibersegura, que ha recorrido infinidad de escuelas los últimos 10 años para crear conciencia sobre temas de bienestar digital. “Cualquier padre podría decir que quiere que su hijo crezca sano y seguro, por lo que se trata de pensar el paralelismo también con el uso de las tecnologías. Nos preocupan las amenazas de la vida real, como la seguridad en la calle y que los hijos coman sano, pero todo esto debe ser trasversal a la vida digital”, dice. Según Bortnik, uno de los principales mitos que alejan a los adultos de procurar un uso adecuado es lo que escucha de muchos padres: “Mi hijo la tiene mucho más clara que yo”, lo que genera una falsa sensación de sanidad y seguridad que dista mucho de plasmarse en el uso que hacen los chicos. Pero es peligroso creer que no hay que hacer crianza en concientización. “Por otra parte, la virtualidad no es tal, lo virtual es real en lo digital. La ansiedad que genera en un chico es real y con la idea de lo virtual nos comportamos como si eso no existiera. Los chicos aprenden a partir del ejemplo y el diálogo”, describe Bortnik.

Para abordar el bienestar digital a través de voces que resulten atractivas para los adolescentes, Unicef y el gobierno de la provincia de Buenos Aires lanzaron el concurso Rap Digital, apadrinado por Dozer, el actual campeón argentino de freestyle de la competencia de gallos, en el que se invita a los adolescentes a reflexionar sobre su rol en cuidar la huella digital.

Unicef también publicó una guía de sensibilización sobre convivencia digital y otra llamada Chic@s conectados, para entender sus hábitos de conexión. “A veces, pensar un buen uso con los chicos no es fácil, porque los adultos tomamos el tema del lado equivocado. Si vamos y les decimos no me gusta que estés todo el día con el jueguito y hablando solo, mientras que estuvo en un juego de estrategia con dos de sus grandes amigos, no nos toman en serio”, completa Bortnik.

Para Ezequiel Passeron, director de la ONG Faro Digital, existe un uso abusivo de las pantallas digitales y es necesario tomar decisiones normativas para poder regular el diseño de estas aplicaciones en pos de los derechos de las personas. “Y consideramos que la reglamentación debe darse a nivel global o regional, ya que limitarlo a nuestro país sería casi inútil por el alcance de estas tecnologías”, advierte.

Desde Faro Digital trabajan en el uso responsable y reflexivo de las tecnologías digitales, tanto en los talleres con jóvenes como en las capacitaciones con adultos en general (familias y docentes). El objetivo es dar información y herramientas para que las personas puedan ser conscientes en la utilización de las plataformas digitales y romper la naturalización con la que se suelen usar estos dispositivos. “Una de las metodologías que aplicamos en nuestros talleres es la de codiseño, que nos permite poner en el centro a las personas y escuchar sus percepciones y construcciones de sentido. Esto nos posibilitó identificar ciertas complicaciones a la hora de hacer un uso equilibrado de lo digital. Algo que no solo sucede entre los más chicos, sino también en los adultos, quienes manifiestan estar cada vez más pendientes del celular”, explica Passeron. Cuando trabajan temas como bienestar digital o desconexión notan que el público encuentra un espacio de reflexión genuino para un tema que por lo general les cuesta conceptualizar, por la propia vorágine del día a día. Y en esos momentos de compartir con otros lo que les sucede a diario respecto de sus vínculos con lo digital, aparecen cuestiones de mucha preocupación y alerta. Es decir, hay consciencia acerca de la problemática, pero no estrategias para modificarla.

“Las posibles soluciones ante esta problemática deben ser integrales y contemplar distintas variables (no es algo que se resuelva con una ley o con una app), pero lo que sí deben tener como horizonte es el cuidado y el respeto por los derechos humanos de las personas, y no solamente el desarrollo económico de las tecnologías digitales”, dice el titular de Faro Digital, que señala como fundamental la creación de instancias de educación crítica respecto de los medios de comunicación digitales.

El bienestar digital está hoy en boca de todos los actores del ecosistema de internet y su construcción será el resultado de los esfuerzos de cada uno: empresas que deben ser transparentes y diseñar sus productos de manera responsable, gobiernos que deben velar por el desarrollo de este ecosistema y proponer políticas que acompañen en la era digital, ONG que controlen y evangelicen sobre una conexión sana y usuarios que hagan un uso más reflexivo, intencional y responsable. En la suma de todos esos esfuerzos es posible que nazca una tecnología más humana.

 

Fuente: La Nación

Cómo la robótica está cambiando la relación entre el cirujano y el paciente

En una esquina del quirófano, un cirujano sentado en una consola mueve pedales y joysticks. Otro médico da indicaciones desde una pantalla y otro les cambia las herramientas a los brazos del robot Da Vinci, que opera a una mujer para extraerle un tumor maligno. En realidad, los que operan son los 4: los cirujanos, especializados en robótica, utilizan la precisión y eficiencia que solo se logra con su compañero de acero y brazos metálicos. Esa escena se vive desde hace muchos años en el Hospital Madariaga de la ciudad de Posadas, Misiones, donde ya se superaron las 800 intervenciones con este método, que es tendencia global para intervenciones quirúrgicas.

Es considerado pionero en cirugía robótica, porque a partir de sus observaciones y experiencia clínica tuvo la iniciativa de desarrollar dispositivos que fueron el principio de una vida dedicada a transformar y evolucionar la cirugía. El Dr. Frederic Moll fundó el Intuitive Surgical en 1995, la compañía que creó el primer sistema de cirugía robótica y al robot Da Vinci. Más tarde, en 2007, fundó Auris Health, una empresa desarrolladora de tecnología especializada en el tratamiento del cáncer de pulmón. Auris diseñó la plataforma Monarch, una herramienta de diagnóstico que utiliza endoscopía asistida por robot. Permite que los médicos accedan con precisión a los nódulos del pulmón más pequeños y difíciles de alcanzar, y ayuda a detectar y diagnosticar el cáncer de pulmón. En febrero de 2019 Johnson & Johnson Medical Devices anunció su adquisición como parte de un movimiento de la compañía hacia un ecosistema digital que combina robótica, instrumentación avanzada y el uso de datos para conectar pacientes y profesionales médicos.

Cirugía 4.0

Esto se conoce como cirugía 4.0 y tiene como objetivo poner a disposición de los profesionales la innovación tecnológica: la robótica más avanzada, instrumentalización de última generación, integración de big data, inteligencia artificial y machine learning para utilizar en las intervenciones quirúrgicas. De esta forma no sólo se mejora y optimiza la manera en la que se realizan los procedimientos, sino que también resulta una optimización y democratización del acceso a la salud.

Hoy Moll dirige la división de cirugía digital de Johnson & Johnson Medical Devices y visitó nuestro país en el marco del 90° Congreso de Cirugía que se realizó en Buenos Aires en el mes de octubre. Allí dio una conferencia sobre “Robótica y el futuro de la Cirugía Digital”, su implementación al servicio del paciente, y la visión de la compañía de democratizar la cirugía.

-Está por cumplir 30 años trabajando en cirugía digital, ¿De qué se trataba esta disciplina antes de Internet?

-Tuve la suerte de estar estudiando para ser cirujano cuando la cirugía mini invasiva era sólo un concepto, antes de que sea real. Eran los 80s, la transición hacia técnicas mini invasivas que nos permitieron pensar en operar a humanos sin hacer grandes incisiones que luego debían curarse. En ese momento eran solo los ginecólogos que lo iniciaron con la laparoscopía, lo que me llevó a pensar por qué no podíamos adoptarlo los cirujanos en general. Vi su técnica y me dije: si ellos pueden inflar la zona y generar esa “gran catedral” donde operar, todos tendríamos que poder hacerlo; para hacerlo había que desarrollar herramientas, y tuve la suerte de tener una buena idea, que fue la de construir un trocar (como un punzón cilíndrico para cirugía) seguro, que se introduce por el abdomen del paciente. Fue una buena idea y fue un inicio de lo que vendría.

Mientras se formaba en negocios, conoció a expertos de Stanford, que trabajaban con el departamento de Seguridad Nacional del gobierno estadounidense en telecirugía, para lograr hacer operaciones a distancia con los soldados que estaban en sus funciones en zonas de conflicto. “Esto me hizo pensar en los beneficios que podría traer manejar una herramienta teledirigida, que ingrese en el paciente sin las imprecisiones de la mano del médico, pero guiadas por estos, a través de robots que permitieran mayor precisión, menos temblores, reducción de sangrados, entre muchas otras cosas”, dice.

-¿Cómo será el futuro de la cirugía digital?

-Queremos crear una generación nueva de robots capaz de hacer la mejor traducción del movimiento de afuera del cuerpo a adentro del cuerpo, pero con robots con poderosas computadoras que puedan grabar, analizar y aprender, para la toma de decisiones en tiempo real y para su análisis posterior. Para que los médicos puedan entender mejor las opciones que tienen, para tratar al paciente de la mejor manera; que el resultado sea cada vez más acertado, lo que debería ser la finalidad de toda innovación médica.

-¿Cómo están transformando el trabajo del médico estas innovaciones robóticas?

-Los profesionales seguirán necesitando entender de dónde vienen y cómo se tratan las enfermedades y por qué se necesitan estas intervenciones, pero también deberán hacer una inversión personal en tecnología, estudiar para entenderlas, aprender qué pueden hacer mejor con ellas, e incorporarlas en una práctica que será cada vez menos sobre una técnica en particular y más sobre la información para la toma de decisiones. El rol del cirujano mutará, se alejará más del cuerpo del paciente a la hora de operar, pero tendrá un rol muy importante en la dirección de lo que allí pase.

-¿Las decisiones a tomar sobre los pacientes serán compartidas entre las inteligencias artificiales y los profesionales médicos?

-Absolutamente, esto ya está pasando y es necesario. Lo más importante que aprendés en la residencia de cirugía es a hacer un buen juicio, es lo más poderoso que tenés, y eso tiene que perdurar, pero con una combinación de fuentes de información del propio cerebro del profesional y del “cerebro” de una computadora, que juntos pueden tomar mejores decisiones. La Inteligencia Artificial avanza y cada vez más importará lo computacional. Algunos temen que las computadoras “tomen el control”, pero no creo que eso pueda pasar en muchísimo, pero muchísimo tiempo.

-¿Cuál es el rol de la nanotecnología en el futuro de la medicina? ¿Tendremos pequeños robots viajando por nuestro cuerpo haciendo su trabajo?

-Uno de los desafíos centrales de cualquier dispositivo médico, sea robótico o no, es qué tan pequeño se puede hacer. Cuanto más pequeño en medicina e intervenciones siempre será mejor, la miniaturización es una tendencia que continuará. Ya hay cámaras en píldoras que viajan a través del cuerpo que toman fotos. Desde el punto de vista del diagnóstico la nanotecnolgía será muy importante.

-¿Qué otras tecnologías se asoman en el futuro de la medicina digital?

La utilización de sensores será de gran impacto en el corto plazo, poder monitorear funciones en el cuerpo y prevenir lo que se ve mal antes de que se transforme en un problema mayor, el “sensing” será una gran parte de la medicina preventiva y en intervenciones en general.

-¿Cómo cree que modificará a la cirugía digital la expansión de la tecnología 5G ?

-No estoy seguro todavía. Mayor conectividad es importante, cuando me preguntan cuándo serán posibles las operaciones a distancia, que es lo que yo veía hace 20 años que se intentaba en el campo de batalla, creo que la razón por la que aún no han avanzado es por la latencia o demora en que llegue la señal de video. Si las promesas de 5G son reales, es posible que veamos mucha más telecirugía, pero hay cosas por resolver, como quiénes son los responsables durante todo el procedimiento, etc. Hay que seguir trabajando.

-¿Están las universidades de medicina preparando a los futuros profesionales para la cirugía robótica?

-No, y es algo que será lento. Para la industria y la educación serán una obligación, pero persiguen intereses distintos y habrá una puja por costos e intereses. Las empresas estarán interesadas en que la robótica llegue bien aplicada y aprovechada a los pacientes, porque hay mucho que perder para las empresas de salud si los productos no son bien usados.

-Además de robots de gran porte como el Da Vinci ¿es esperable ver prótesis robóticas que los cirujanos puedan colocarse, por ejemplo, en sus brazos o cuerpo para operar mejor?

-Es la discusión que tengo con mis ingenieros y cirujanos, que preguntaban por qué no podemos suprimir la consola y usar directamente los herramientas sobre el paciente. No es una buena idea, porque te estás perdiendo lo más importante, que es la precisión que solo da el robot completo con su plataforma de software.

-Teniendo en cuenta en panorama latinoamericano con importantes déficits en la salud pública y con poblaciones con altos índices de pobreza, ¿usted invertiría en robots para cirugías en este contexto?

Por supuesto, porque creo que el progreso, traducido en mejores intervenciones, es imparable; y será solo un tema de tiempo en el que la robótica en medicina sea el estándar que atraviese todas las disciplinas de la medicina, hará mejores trabajos que los cirujanos. Creo que es la solución a los altos costos, más que la que los ocasiona. Cuando empezás a tener los beneficios de internaciones más cortas, y mejores recuperaciones de los pacientes, la cirugía robótica toma sentido muy rápido. Entiendo que es un problema adquirir un robot de dos millones de dólares, pero año a año son más económicos de hacer, y esto seguirá haciéndose cada vez más alcanzable. Por otra parte no hay muchas maneras de mejorar en técnicas manuales, que dependen solo de la habilidad de una persona; en cambio la cirugía robótica puede mejorar muchísimo aún.

Fuente: La Nación