A principio de este año, en el marco de su reunión anual en Davos, investigadores del Foro Económico Mundial pronosticaron que los trabajadores perderán unos cinco millones de empleos antes de 2020, que pasarán a ser realizados mediante robots.
En este contexto, delinearon algunas de las habilidades sociales o blandas que las personas debemos desarrollar para tener un lugar en los empleos del futuro: buena comunicación, resiliencia y empatía son tres de las principales.
Pero empatía no está en la currícula de ninguna carrera, al menos por ahora. Y aunque no se estudia, y a algunos les es más natural que a otros, se puede ejercitar: estar más atentos al entorno, mejorar la escucha y ponerse en el lugar del otro son los tres pasos principales para hacerlo.
Hace un tiempo hablamos desde este espacio de la escucha activa y del concepto de ser trampolines o ser esponjas en nuestro modo de escuchar, conceptos que proponen Zenker y Folkman, dos economistas que estudian tipos de interacciones en el ámbito empresarial. Como esponjas absorbemos lo que escuchamos, en silencio, lo que nos gusta o no, sin generar ningún lazo con el que habla ni con lo que dice, más que corregirlo. Como trampolines somos plataformas en las que las ideas de los demás pueden saltar, balancearse, tomar envión y enriquecerse. De esta manera logramos empatizar con la persona y su discurso. Abrirse a una escucha activa que no busca anticiparse, sino entender y ayudar, es un ejercicio que impulsa la empatía.
Ponerse en el lugar de los demás es algo que oímos tanto y que ejercitamos tan poco. Un gran proyecto para aprender a hacerlo es Enotroszapetos.org, perteneciente al Laboratorio de Ideas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Un proyecto del BID para hablar de diversidad que es #EnOtrosZapatos (EOZ) con foco en toda América latina y un propósito: fomentar la empatía como valor. EOZ se estructura a partir de siete historias de personajes que representan a minorías construidas sobre la base de hechos y datos reales. Cada una de ellas, con cerca de ocho finales posibles, que el usuario va eligiendo para vivir de manera audiovisual y lúdica desde el celu o una computadora.
Dentro de las reacciones concretas que generó esta página, en Colombia, un profesor propuso EOZ como ejercicio de clase para abordar un caso severo de bullying a una alumna lesbiana. Todo el curso recorrió la historia de una chica lesbiana por varios días. Luego de esto, la relación entre ella y sus compañeros mejoró notablemente y ella misma relató en la plataforma el cambio que esto supuso para su vida. Ahora se está trabajando en la octava historia en conjunto con la Procuración Penitenciaria de la Nación Argentina, sobre una mujer privada de su libertad.
Otro ejercicio interesante propone Clayton Christensen, que en su libro El ADN de los innovadores habla de hacer un zoom in sobre las cosas de todos los días. Se refiere a contemplar el trabajo diario desde la mirada de cada una de las personas que conforman el ecosistema que se habita. Cuenta allí el caso del director de una clínica que visitó la institución durante un mes con los ojos de un paciente, del familiar de un enfermo terminal, de una enfermera que se quiere jubilar, del médico estrella, de un proveedor de insumos, un visitador médico, un pintor, una mujer que quiere ingresar por su voluntad para combatir una adicción, entre otros. Ponerse en el lugar de los otros le permitió redescubrir su institución e, inmediatamente, pensar decenas de cambios y mejoras.
Escribiendo esto me acordé de una canción de León Gieco que dice: “Por lo general, a la gente si no le pasa no siente”. Ojalá podamos intentar algo de todo lo de arriba, sin llegar a tener que estar obligados a hacerlo.
Fuente: La Nación