CONTRA LOS SÍ CRIMINALES

¿Existe alguna manera más efectiva que otra de decir que no?

Hace un par de domingos, desde su columna, Sergio Sinay escribía sobre la importancia de saber decir que no. “Cuando el no se calla para evitar problemas, se transforma en fuente de nuevas dificultades. El sí fácil puede deberse al deseo de agradar, a la necesidad de ser querido, a no poder sostener argumentos, a evitar compromisos y hasta a la pereza mental. Cuando existe el no, el mismo sí deja de ser un reflejo automático”, describía, entre otros conceptos.

Su columna me llevó a pensar en la cantidad de veces que dije sí este año, que terminaron hiriendo a otros sí previamente asumidos y, especialmente, en cómo afectaron mi búsqueda de equilibrio entre el trabajo, descanso y tiempo creativo. Y recordé dos frases que me dijeron sendos amigos en los últimos días: “Basta de sí criminales, Martina” y “sabe decir que no te da poder”. Entonces me puse a investigar. ¿Existe alguna manera más efectiva que otra de decir que no? De acuerdo con distintos estudios científicos, sí.

En un estudio publicado en el Journal of Consumer Research, se demostró la gran diferencia que percibimos si contestamos a algo que no podemos hacerlo, o si contestamos directamente que no lo haremos. En el primer ejemplo se dividió en dos un grupo de 120 estudiantes. Ante la propuesta de aceptar un helado la mitad debía contestar no puedo comer helado y la otra mitad, no como helado. Luego de esto contestaron un cuestionario no relacionado con el estudio (para desorientarlos), y al salir de la sala se les ofrecía como agradecimiento un chocolate o una barra de cereal.

Lo que pasó fue que los estudiantes que contestaron no puedo comer… eligieron de premio comer el chocolate en un 61 por ciento de los casos. Mientras que los que contestaron no como helado sólo eligieron los chocolates en un 35 por ciento de los casos.

Un segundo estudio de los mismos investigadores trabajó con 30 mujeres, divividas en 3 grupos de 10, a las que se les pidió que pensaran en un objetivo a largo plazo referido a ejercicio físico y bienestar y las dividieron en tres grupos de 10. Al grupo 1 se le pidió que si se veían tentadas a abandonar el ejercicio, simplemente dijeron que no. Al segundo grupo se le pidió que ante la tentación contestaran no puedo perderme mi ejercicio, y al tercero, que la respuesta fuera no me salteo mi ejercicio. Luego de 10 días de prueba del grupo 1, tres mujeres cumplieron con los 10 días de entrenamiento. Del grupo 2 sólo una cumplió la rutina y del tercer grupo (las que contestaban yo no me pierdo mi ejercicio) 8 lo cumplieron completo.

Una de las conclusiones fue que las palabras que usamos no sólo sirven para tomar una decisión puntual, sino para alcanzar objetivos a largo plazo. Las palabras que usamos crean un feedback en loop que llega a nuestro cerebro. En el caso de contestar no puedo, el feedback que se repite es de limitación. La terminología indica que nos forzamos a hacer algo que no queremos. En cambio, con el yo no lo hago la respuesta genera una sensación de control y poder sobre la situación. Es el tipo de frases que funcionan para crear nuevos hábitos hacia lo que se quiere lograr. Algo que nos reafirma en lo que soymás que en lo que hago. Esos no alcanzan su máximo poder cuando para decirlos tenemos que dialogar con nosotros mismos. Y la manera en la que los decimos es tan poderosa que nos deja como la víctima de nuestras palabras o como los arquitectos de nuestras decisiones.

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