El síndrome del impostor

Cómo evitar la sensación de “no estar a la altura” de lo que se espera de nosotros

“Es cuestión de días. Cuando tenga que dar la presentación se van a dar cuenta de que no entiendo el trabajo. No tengo la experiencia del resto de la gente del equipo. ¿Cómo no lo notaron al contratarme?” Con diálogos internos parecidos a estos convivo desde que empecé a trabajar hace 17 años, y es un sentimiento bastante paralizante que, paradójicamente, no disminuye mientras se gana en experiencia.

Como sólo podemos saber lo que pasa por nuestra cabeza pero no por la de los demás, decidimos livianamente que esta certeza de no estar a la altura es sólo nuestra, mientras comparamos nuestro razonamiento interior con lo que los demás muestran en su exterior. Esta sensación de estar engañando a todos los que nos rodean fue identificada en los años 70 por la psicología con el nombre de “síndrome del impostor”. La actual hipercompetitividad en las empresas y todo tipo de trabajos dispara estos sentimientos entre artistas, maestros, músicos, cirujanos o empresarios exitosos, nadie zafa de esta angustia que le mete palos en la rueda a nuestra productividad.

Pero calma, que si se lo están cuestionando es bastante probable que no sean impostores.Para el psicólogo Miguel Espeche, coordinador del programa de salud mental del hospital Pirovano, lo mejor es percibir más lo que hacemos que lo creemos ser. “Muchas veces nuestras acciones son eficaces, son buenas y ése es un buen espejo para mirarnos y decidir si somos buenos. Pero se nos activa una memoria de nosotros antigua que, por lo general, viene de épocas de la infancia en la cual por alguna razón nos sentimos inadecuados”, explica, pero advierte que esto es sólo un sentimiento. “Es importante darnos cuenta de que es una evocación y no una percepción de lo que somos, que lo que nos define es lo que hacemos.”

Según la doctora en Psicología Valerie Young, autora de Why Capable People Suffer from the Impostor Syndrome and How to Thrive in Spite of It, las mujeres somos más proclives a sentirlo, probablemente por un estereotipo machista que pone las competencias profesionales más en duda. Y que las cosas salgan bien no alivia el sentimiento. Cuanta más experiencia adquirimos, a esferas más altas de nuestra industria llegamos, pisando siempre en terrenos nuevos en los que nos sentimos extranjeros todo el tiempo.

En equipos de trabajo donde hay buena fe y un ambiente cuidado donde uno puede exponerse, los especialistas recomiendan compartir esta sensación de manea casi lúdica. “Todos a veces estamos sorprendidos de estar jugando en primera, poder decirlo en confianza y saber cómo le pasa esto a cada uno puede ser algo beneficioso para uno y para el equipo”, recomienda el psicólogo. Esa darnos cuenta de que muchas veces nos definimos y definimos a los demás desde los sentimientos. “Nos identificamos desde ellos y es un error, este es sólo un aspecto de la cuestión, pero es más importante lo que hacemos y también lo que los otros hoy ven de nosotros , aquellos que nos tienen en estima y de buena fe.”

Otra idea que alimenta al síndrome del impostor es la necesidad que tenemos de pensar que hay alguien a cargo con verdadero expertise, más cuando se trata de temas de medicina, leyes o gobierno. No soportamos la idea de que todos sean personas erráticas y con contradicciones como nosotros. Espeche recomienda desdramatizar el sentimiento y compartirlo: “Puede ser hasta divertido escuchar cómo siente cada uno que es Cenicienta y cómo cree que se sentirá cuando lleguen las 12. Pero lo importante es quedarse con que a las 12 el príncipe eligió quedarse, valoró otras cosas que no tenían que ver con la apariencia”.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s